Los y las sindicalistas suelen ser muy a menudo objeto de ataques por parte de gobiernos represivos. Cada año, muchos son víctimas de la violencia, detenciones y encarcelamientos, torturas e incluso el asesinato. Los y las dirigentes sindicales de la educación son objetivo de gobiernos no democráticos que pretenden tomar el control total de la educación y niegan al profesorado y al personal de apoyo educativo ejercer sus derechos.
Incluso en los países democráticos, a muchos trabajadores y trabajadoras de la educación se les niega el derecho a afiliarse a sindicatos o a participar en negociaciones colectivas. En los casos en los que existe la negociación, se pueden llegar a imponer límites a su aplicación. Además, el personal docente y el personal de apoyo educativo no tienen permitido ejercer el derecho a la huelga.
La Internacional de la Educación también apoya el derecho de los estudiantes a sindicarse y unirse a la lucha por unas comunidades más inclusivas y democráticas.
Con el fin de garantizar el respeto de los derechos y los estándares y la eficacia del diálogo social, utilizamos mecanismos de supervisión a nivel nacional, regional y mundial en estrecha colaboración con nuestras organizaciones afiliadas, otros sindicatos mundiales y redes de derechos humanos.
Las acciones solidarias entre nuestros miembros de todo el mundo son una poderosa herramienta para promover los derechos en todo el planeta.