Los derechos de las mujeres: de la ley a la práctica
Dentro de una semana, centenares de sindicalistas docentes de todo el mundo acudirán a Ciudad del Cabo con motivo de la reunión del Comité de las Mujeres de Internacional de la Educación, un día antes del comienzo del Sexto Congreso Mundial de I-E. Uno de los temas principales será el del pasaje de una situación que reconoce en los textos los derechos de las mujeres a otra en la que ellas puedan ejercer efectivamente sus derechos en la práctica.
En 2010 la I-E llevó a cabo un amplio estudio entre sus organizaciones miembros sobre las condiciones en que viven las mujeres en los sindicatos, la enseñanza y la sociedad. Un mensaje central de este estudio fue que, aunque casi todos los países reconocían la igualdad de género en sus sistemas jurídicos, la aplicación adecuada de esta legislación a menudo dejaba que desear y no se aseguraba su cumplimiento cabal.
En el mismo sentido, el importante informe de la ONU sobre las mujeres de reciente publicación “'El progreso de las mujeres en el mundo 2011-2012: En busca de la justicia” precisa que las constituciones de 139 países y territorios garantizan la igualdad entre las mujeres y los hombres - pero las carencias de la aplicación de esos principios convierten en vanas estas garantías prometidas, y así esas disposiciones tienen escasas repercusiones en las vidas cotidianas de las mujeres.
Por ejemplo, aunque 117 países cuentan con leyes de igualdad de salario, todavía las mujeres reciben una paga de hasta un 30% menos que la de los hombres en muchos países. Además, las mujeres, aunque no se les paga por ello, aún se ocupan de los niños y realizan más trabajo doméstico que los hombres en cada región del mundo. A escala mundial, un 53% de las trabajadoras - 600 millones en total – ocupan empleos de riesgo, tales como la actividad por cuenta propia o el trabajo doméstico, o trabajan sin paga para los negocios familiares, los que carecen a menudo de la protección de las leyes laborales.
El Secretario General Adjunto de I-E, Jan Eastman, afirmó: “Las desigualdades entre las mujeres y los hombres se han perpetuado aun más con los reciente cortes registrados en los servicios públicos y la ayuda al desarrollo, poniendo en peligro los avances logrados en las décadas pasadas. Los sindicatos se están esforzando por colmar esta brecha entre los derechos de unos y otras mediante una labor de difusión y de acción concertada colectivas en los frentes nacionales e internacionales.”