Los docentes actúan contra el ciberacoso
“El acoso ha irrumpido en la era digital, afectando negativamente a las vidas de los estudiantes y los educadores. Como el resto de problemas educativos complejos, el ciberacoso no tiene una solución fácil”.
Esa es la conclusión a la que ha llegado Bernie Froese-Germain en su documento Bullying in the Digital Age: Using Technology to Harass Students and Teachers1. Investigadora miembro de la federación canadiense de docentes CTF, Froese-Germain pertenece a un grupo de trabajo nacional formado por docentes sindicalistas, investigadores de la educación y expertos en tecnologías de la educación que colaboran para hallar soluciones a este nuevo problema. “El acoso es acoso, ya sea en línea a través de las últimas tecnologías o en persona, y es inaceptable”, comenta Emily Noble, presidenta de CTF. “Queremos que nuestras escuelas sean un lugar de aprendizaje seguro”. El sindicato CTF ha adoptado un plan de acción para hacer frente a los numerosos desafíos que presenta el ciberacoso en las escuelas y en la vida profesional de los docentes. Es parte de una estrategia general que comprende: • Desarrollo de una política nacional sobre la ciberconducta • Iniciativas conjuntas con socios clave de la educación • Recursos de Internet y publicaciones para docentes, padres y alumnos • Abogar por una protección legislativa contra el ciberacoso • Cooperar con otras organizaciones de docentes del mundo, al amparo de la Internacional de la Educación Aunque el término “ciberacoso” fue acuñado por el educador canadiense Bill Belsey, el problema de ninguna manera se limita a Canadá. De hecho, los sindicatos de educación en numerosos países denuncian casos de acoso por correo electrónico, teléfono móvil, mensajería instantánea, salas de chat, blogs y sitios web.
Los expertos coinciden en que los ciberacosadores se suelen envalentonar a través del anonimato. Ocultos detrás de la máscara de la tecnología, hostigan a otros sin apenas temor a ser descubiertos. Sin embargo, el acoso escolar que se produce en el ciberespacio puede tener graves consecuencias en el mundo real: absentismo escolar, malas notas, ansiedad, ira, depresión y repercursiones a largo plazo.
“Las historias en la prensa ya son trágicamente habituales”, escribe Froese-Germain. “Comentarios difamatorios contra los docentes en Facebook, alumnos que sufren acoso en Internet llegando a la depresión o incluso al suicidio, profesores a los que algunos alumnos provocan deliberadamente en clase sólo para captar sus reacciones con la cámara del teléfono móvil y colgarlas después en una página de Internet para que las vea todo el mundo”.
Los expertos han mostrado su preocupación por el vacío legal que existe actualmente en torno a este tema, y animan a las organizaciones de docentes a colaborar con otros para desarrollar y poner en marcha las estrategias necesarias.
“Los responsables políticos tendrán que conciliar las diversas tensiones desencadenadas por el ciberacoso: libertad de expresión, un entorno de comunicaciones electrónicas que evoluciona con gran rapidez, los mejores intereses del niño, las condiciones de trabajo y bienestar de los docentes, y la autoridad de los padres y de la escuela sobre el niño”, afirma Froese-Germain.
CTF acaba de publicar un panfleto que contiene ayuda cibernética para los docentes y les anima a conocer sus derechos y sus obligaciones. ¿Qué es lo que aconsejan esos folletos? Que sean profesionales, que sean prudentes y que estén preparados.
Como los docentes ocupan puestos de confianza, deben crear un modelo de ciberconducta y mantener unas normas profesionales ejemplares en los correos electrónicos que envían a los alumnos, padres y compañeros.
En el trabajo, se aconseja a los docentes no compartir su contraseña con nadie, no dejar sus ordenadores encendidos y desatendidos cerca de los estudiantes. En casa, CTF recomienda a los afiliados no usar sus ordenadores personales para ponerse en contacto con los alumnos o sus padres, no dejar que se publiquen en Internet fotos suyas sin las garantías oportunas sobre su intimidad.
Los asesores jurídicos de National Education Association en Estados Unidos ofrecen consejos aún más enérgicos sobre la protección de la reputación profesional de los docentes en Internet. Michael D. Simpson, de la oficina del asesor general de NEA, señala: “Nunca pongan en formato electrónico algo que no quisieran que vieran un millón de personas, incluidos sus compañeros, alumnos, supervisores, y su madre”.
Simpson menciona casos de docentes que han sido despedidos o sancionados por historias relacionadas con fiestas locas o imágenes explícitamente sexuales que han colgado en su perfil de MySpace o Facebook. Al menos un miembro de NEA está instando a todos los afiliados a eliminar sus perfiles personales de estas redes sociales.
Se aconseja a todos los docentes que se convierten en objetivo de los ciberacosadores: • guardar copias de los mensajes, incluidas las URL • señalar que la conducta es inadmisible y exigir al remitente que deje de hacerlo • más allá de estas advertencias, no ponerse en contacto con la persona porque eso podría complicar la situación • contactar con los padres si el ciberacosador es un alumno • comunicárselo a los administradores del centro y a su sindicato
Algunas formas de ciberacoso pueden constituir un delito informático. Si no está seguro de si el ciberacoso constituye un delito penal, llame a la policía.
La asociación de directoras de centros escolares en Reino Unido, NASUWT, también está preocupada porque el abuso de las tecnologías está provocando situaciones de acoso y falsas denuncias contra el personal docente. El sindicato tiene en su sitio web un espacio donde sus afiliados pueden denunciar casos de ciberacoso en un entorno de confianza. NASUWT aboga por: • Una revisión de las disposiciones reglamentarias y legislativas, con objeto de evitar que se realicen acusaciones contra docentes con nombre y apellido en Internet y asegurar unas vías de reparación más seguras para aquellas personas expuestas al ridículo público y a falsas acusaciones. • Políticas escolares más efectivas que promuevan la tolerancia cero ante el ciberacoso. • Tratamiento de los teléfonos móviles como armas potencialmente ofensivas, y restricción del acceso de los alumnos a los mismos durante la jornada escolar. • Políticas escolares que animen u obliguen a los docentes a prohibir el hecho de facilitar a sus alumnos el número de teléfono móvil personal o la dirección de correo electrónico. • Sensibilización en torno a la necesidad de ser prudentes a la hora de utilizar los sitios de redes sociales, ya que el contenido es analizado por sus jefes y obtenido por los alumnos. • La inclusión de una referencia al uso y abuso de la tecnología en la guía de buenas prácticas sobre salud y seguridad de las autoridades competentes, y en todas las inspecciones de salud y seguridad en el lugar de trabajo, incluidas las evaluaciones de riesgo.