Educación de la primera infancia: ¿Calidad o cantidad?
Son las 9:30 de un día gris en Bruselas. En el colorido patio de la guardería Cardinal Mercier se oyen las risas de unos 15 niños pequeños que corretean o juegan en un tobogán, inconscientes de la inminente lluvia. Séverine Ndeye, una de las tres educadoras que vigilan atentamente el patio, llama a los de su clase para comenzar la actividad matinal. “¡Dentro también va a llover!” dice, señalando los cinco barreños llenos de agua y varios recipientes y juguetes dispuestos en medio de la clase.
La IE lleva trabajando más de una década por la defensa y la promoción del derecho fundamental de todos los niños a una educación infantil de calidad. Y esta guardería belga para niños de 3 meses a 3 años, acata con orgullo el Código de Calidad para los centros infantiles establecido por el gobierno de la Comunidad Francesa: un local adaptado, personal cualificado, formación continua, exámenes de salud, e igualdad de acceso.
La alimentación, el sueño, las necesidades fisiológicas y el juego forman parte del desarrollo afectivo, intelectual y social de los niños. La Educación de la Primera Infancia (EPI) tiene por objeto preparar a los niños no sólo para la escuela primaria, también para la vida, como todas las demás fases del proceso educativo.
En los países en desarrollo, donde todavía se está muy lejos de lograr la Educación para Todos, la prestación de la EPI es muy limitada. Generalmente se organiza de forma privada, por lo que sólo tienen acceso a ella los niños de las familias más ricas. En otras palabras, la desigualdad de acceso es flagrante.
La EPI se encuentra, sin lugar a dudas, en el punto de mira de las iniciativas orientadas a la privatización de la educación. Si bien la situación varía entre países, es evidente que existe una tendencia ascendente en las inscripciones en establecimientos de educación infantil privados. En los países industrializados, la demanda de estos servicios también va en aumento, debido a la incorporación de mujeres en edad fértil al mundo laboral. Sin embargo, la demanda ha sobrepasado tanto a la oferta que ha provocado la aparición de guarderías ilegales que se aprovechan de la situación.
Un estudio reciente realizado en España ha señalado que más de la mitad de las plazas abiertas para los niños entre 0 y 6 años pertenecen al sector privado. El estudio nacional titulado Calidad en los servicios infantiles y evaluación de la demanda, concluyó que aproximadamente 400 guarderías infantiles de día estaban trabajando sin autorización, y por lo tanto sin cumplir los requisitos mínimos de cuidado de los más pequeños. No sorprende que esta noticia causara una polémica considerable sobre la proliferación de las guarderías sin permiso. La falta de supervisión, personal cualificado o espacio suficiente pueden traer consecuencias negativas a la salud y el desarrollo de los niños. Por eso, estos centros improvisados con pocos o ningún cuidador cualificado no pueden garantizar la calidad de los servicios ofrecidos, ni cuanto menos la seguridad de los niños.
El estudio también destacaba una gran falta de educadores de primera infancia cualificados, hasta ahora representan sólo el 34% del personal en las instituciones públicas y casi el 36% en los centros privados. Según los investigadores, el 60% ha realizado estudios de formación profesional y muchos han seguido un curso de formación de un año, pero la mayoría del personal de las guarderías privadas no dispone de ningún título.
Algunas empresas también están abriendo guarderías para los hijos de sus empleados sin contar con el permiso necesario para ello. Otras iniciativas privadas, las llamadas “ludotecas”, son centros recreativos que acogen a niños pequeños de cualquier edad desde las 8h hasta las 20h. Incluso existen guarderías ilegales en pisos de particulares que acogen grupos de niños mientras sus padres trabajan.
Las afiliadas españolas han advertido al gobierno de que el incremento de los centros no oficiales no debe poner en peligro la calidad de la EPI.
José Campos, secretario general de la Federación de Enseñanza de Comisiones Obreras (FE-CCOO) y miembro del Consejo Ejecutivo de la IE, se muestra crítico frente a esta alarmante tendencia: “Hemos asistido en los últimos años a promesas políticas para incrementar el número de plazas en Educación Infantil, sin asignar los recursos suficientes”.
Suprimiendo el carácter educativo de la EPI se abaratan costes para satisfacer la urgente demanda a través de un servicio asistencial. Pero según reitera Carlos López, secretario general de la Federación de Trabajadores de la Enseñanza de UGT, “no se trata simplemente de una guardería, sino de un tramo educativo fundamental en el desarrollo del niño, los primeros pasos en el proceso de aprendizaje”.
La FETE-UGT defiende que, por el bien de la calidad educativa, los 100 millones de euros destinados por el gobierno para la creación de plazas en EPI deben ser gestionados totalmente por las consejerías de Educación, y no de Servicios Sociales.
Para lograr una visión más amplia de los problemas y los desafíos a los que se enfrenta este sector educativo tan importante, la IE ha encargado un estudio sobre la organización y la financiación de la EPI en Europa. El estudio está siendo dirigido por el Dr. Mathias Urban, director de la sección Primera Infancia y Profesión, en el Centro Internacional para la Investigación y el Desarrollo de la Universidad Martin Luther de Alemania. Los resultados se publicarán en el Seminario Paneuropeo de la IE sobre EPI que se celebrará en Malta en octubre, con los que la IE espera abogar de forma más efectiva por la educación infantil en la UE.
Es cierto, todavía queda mucho trabajo por hacer. El Informe de Seguimiento de la EPT en el Mundo 2008 estima que el cuidado y la educación de los niños menores de 3 años sigue siendo un ámbito abandonado. En los países donde existen sistemas educativos preescolares, muchas veces se juntan unos bajos índices de escolarización con la escasez de docentes y la falta de formación adecuada.
En la guardería de Bruselas éste no parece ser el caso. Séverine y sus compañeras guían sin dificultad a los niños durante la tormenta creada con su juego de agua. “¡Creo que nos hará falta más gente para que nos ayude a secar el aula!”
Por Eva Gorsse
Este articulo fue publicado en Mundos de la Educación, No. 27, septiembre 2008.