Fiasco educativo: Las pruebas estandarizadas suspenden a Gran Bretaña
El sistema de pruebas estandarizadas ha quedado totalmente desorganizado tras la notable metedura de pata de la empresa estadounidense contratada para corregir los exámenes de los estudiantes.
La confusión ha dejado a los niños sin conocer sus resultados hasta otoño, y ha puesto en tela de juicio la integridad de las clasificaciones de las escuelas públicas.
Los problemas surgieron a principios de julio, cuando los centros escolares no recibieron a tiempo los resultados de los exámenes nacionales, llamados SAT (Standard Attainment Tests). A lo largo de las siguientes semanas se hizo evidente que la empresa de servicios educativos ETS (Educational Testing Service), contratada por 156 millones de libras para corregir los exámenes, había hecho una completa chapuza.
La retahíla de errores incluía los siguientes: - Centros escolares que recibieron los resultados tarde, o que ni siquiera los recibieron. - Estudiantes que hicieron los exámenes y obtuvieron la calificación de “no presentado”. - Exámenes devueltos a los centros sin nota. - Exámenes devueltos al centro equivocado.
Los exámenes SAT los realizan obligatoriamente todos los alumnos en Inglaterra y País de Gales en el mes de mayo, cuando finalizan los estudios de primaria y después del tercer año de secundaria.
Estos exámenes obligatorios nunca han gustado a los educadores británicos, que consideran que su evaluación profesional es sustituida por un examen que se decide desde el gobierno central. El personal docente también se muestra descontento con la presión impuesta para adaptar la enseñanza a los exámenes a costa de otras áreas curriculares.
Cuando se divulgó el fiasco de los SAT, los docentes se dirigieron en masa a los medios de comunicación para contar su historia.
Mike Blant, director del centro Winter Gardens Junior School en Essex, relató a la cadena BBC que inscribieron a 59 niños para el examen del 19 de mayo, y que 58 de ellos obtuvieron un “No Presentado” el 16 de julio en el sistema de la ETS.
Los docentes aprovecharon también el fraude para criticar las pruebas estandarizados.
Tony Mulgrew, secretario en Norfolk del sindicato de docentes National Union of Teachers (NUT), señaló al Eastern Daily Press: “Todo esto es una farsa. Con un poco de suerte, será el último paso hacia la anulación de los SAT. Lo mejor es que prescindamos de ellos y recurramos a las evaluaciones de los docentes”.
A pesar del malestar originado por los últimos resultados, muchos centros escolares fueron obligados a devolver los exámenes que no habían sido corregidos. También surgieron dudas importantes acerca de la fiabilidad de la corrección de la ETS.
El escándalo dio pie a rumores que apuntaban a que se había utilizado a adolescentes recién salidos del instituto para corregir los exámenes. La confianza del público no mejoró en absoluto cuando los correctores de la ETS se quejaron ante la prensa de no haber recibido la formación adecuada, de recibir los documentos con retraso y de no haber obtenido respuesta del servicio de atención telefónica del que disponían.
Con las vacaciones estivales a la vuelta de la esquina y el anuncio del gobierno de que se emprendería una investigación, los ánimos se enfriaron a la par que el curso escolar llegaba a su fin. Después de escuchar las revelaciones acerca del método de corrección, no obstante, se prevé que un gran número de estudiantes recurran sus resultados.
Numerosas partes interesadas, incluido el NUT, han exigido que se anulen las clasificaciones de este año, que se deberían publicar en agosto. Los malos resultados de una escuela en dichas clasificaciones pueden hacer que se le apliquen ‘medidas especiales’ y provocar en última instancia su cierre.
Asimismo, se está cuestionando mucho la idoneidad de invertir grandes sumas de dinero en subcontratar un ejercicio masivo para desempeñar una función administrativa que podría ser realizada por los docentes, que ya están en plantilla y conocen la evolución diaria de los estudiantes.
Este articulo fue publicado en Mundos de la Educación, No. 27, septiembre 2008.