Toda persona tiene derecho a la educación
Toda persona tiene derecho a la educación. La educación debe ser gratuita. La educación primaria debe ser obligatoria...
La Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948 es muy clara: durante 60 años, los niños de todo el mundo, independientemente de su raza, clase, género, capacidad o discapacidad, deberían haber disfrutado del derecho a la educación. Sin embargo, la realidad es que 72 millones de niños no van a la escuela y uno de cada cinco adultos (una de cada cuatro mujeres) en el mundo, es decir, 774 millones de personas, carecen de competencias elementales en lectura, escritura y cálculo. Según el Informe de Seguimiento de la EPT en el Mundo 2008 de la UNESCO, 101 países distan aún mucho de alcanzar la alfabetización universal.
La educación es fundamental para el desarrollo social y aumenta las oportunidades que se presentan para cada persona. No es pura coincidencia que la inmensa mayoría de estos jóvenes no escolarizados y de estos adultos analfabetos se concentre en los países más pobres del planeta. La relación directa entre la pobreza y la falta de oportunidades educativas ha sido demostrada numerosas veces.
En el año 2000, 164 gobiernos se comprometieron a incrementar radicalmente las oportunidades de educación para niños, jóvenes y adultos, hombres y mujeres, antes de 2015. A mitad de camino de ese objetivo, algunos países en desarrollo no están en absoluto cerca de cumplir el objetivo de la Educación Para Todos.
Desde el año 2000, 33 países han establecido disposiciones legales para la enseñanza obligatoria, entre ellos Bután, Etiopía, Mauritania, Nepal, Pakistán, Arabia Saudí y Singapur. No obstante, en otros 38 países todavía no existen leyes constitucionales que establezcan la escolarización primaria obligatoria y gratuita.
La educación primaria es un derecho fundamental, y los gobiernos están obligados a prestarla. La enorme escasez de oportunidades que vemos en nuestro mundo es solamente una forma de injusticia, y los países están obligados por deber y por ley a luchar contra la injusticia. La simple realidad es que los gobiernos no están invirtiendo lo suficiente en educación, por lo que millones de niños se ven condenados a ser jornaleros pobres, tal y como lo fueron sus padres.
Según la UNESCO, los gobiernos deberían aumentar al 6% el porcentaje del producto interior bruto que destinan cada año a la educación pública. En 2008 el Informe de Seguimiento de la EPT en el Mundo de la UNESCO señaló que 34 países habían disminuido de hecho el porcentaje de PIB destinado a la educación desde 1999, entre ellos algunos de esos países más alejados de los objetivos de la Educación para Todos. Asimismo, 24 países destinaban menos del 3% de su PIB a la educación.
En el extremo positivo, 14 países cancelaron por completo las tasas académicas y facilitaron la oportunidad de aprender a las personas más desfavorecidas en países como Camboya, Timor Oriental, Vietnam, Yemen, Benín, Kenia, Lesoto y Zambia.
Muchos líderes de países pobres afirman que el coste de facilitar a la población oportunidades de educación decentes les resulta prohibitivo. Sin embargo, no es realmente un problema de falta de recursos sino de distribución de los mismos, tanto en los países en desarrollo como en el lado de los países ricos. Existen los recursos necesarios para ofrecer una educación de calidad, se trata simplemente de cambiar las prioridades y reorientarlas para que beneficien a los más necesitados en el mundo.
Este articulo fue publicado en Mundos de la Educación, No. 28, Diciembre 2008.