Esperanza para Haití: La educación en el centro de la recuperación
En la tarde del 12 de enero de 2010, Jean Lavaud, Secretario General de la Confédération Nationale des Educateurs d’Haïti, fue a visitar a su colega sindicalista Magalie Georges a su trabajo, una escuela de Puerto Príncipe. Ambos ignoraban por completo que, en cuestión de minutos, su ciudad y sus vidas cambiarían para siempre.
La catástrofe se produjo a las 4:53 de la tarde. Afortunadamente, la mayoría de estudiantes acababan de salir del colegio. Jean resultó ileso, pero Magali sufrió heridas graves en la cabeza cuando una pared se derrumbó encima de ella. Su colega la sacó de los escombros y la llevó de un hospital a otro, en un frenético recorrido donde se les fue negando la atención requerida por falta de recursos.
Tres estudiantes murieron al derrumbarse la escuela de Magali, una de las miles destruidas por la inmensa fuerza del terremoto, cuyo epicentro se situó a apenas 16 kilómetros al sudoeste de Puerto Príncipe.
Con una magnitud de siete grados en la escala de Richter, ha sido el terremoto más grande que ha sufrido Haití en 200 años. El número aproximado de muertos es de 200.000, y otras 300.000 personas han resultado heridas. El terremoto destruyó 250.000 casas y dejó a un millón de personas sin hogar, entre ellos Lavaud y otros dirigentes de CNEH.
La ayuda llegaba con lentitud a los más afectados y pronto las fuertes lluvias agravaron aún más la ya complicada situación para decenas de miles de personas sin lugar alguno donde refugiarse. Tras haber perdido todo, los docentes sindicalistas durmieron al aire libre, vivieron en las calles y pasaron los días sin recibir alimentos, intentando desesperadamente encontrar a sus compañeros y a sus seres queridos.
Pronto comenzaron a volar las llamadas telefónicas y los correos electrónicos entre la oficina central de la Internacional de la Educación, la oficina en el Caribe y las afiliadas que habían trabajado en Haití. Todos trataban de ponerse en contacto con CNEH para conseguir ayuda, comenzar a recaudar donaciones y establecer un plan de solidaridad dirigido a brindar ayuda inmediata y a largo plazo.
Entretanto, la situación de Magali Georges era cada vez más preocupante, ya que sus heridas eran demasiado graves para ser tratadas en Haití. Con ayuda del sindicato americano National Education Association (NEA), pudo viajar a Washington D.C. para recibir tratamiento en el hospital de Providencia.
Como todos los donantes internacionales, la IE pronto se encontró con dificultades para hacer llegar los fondos de solidaridad, debido a las graves alteraciones sufridas por el sistema bancario de Haití. Sin embargo, en colaboración con afiliadas y otras ONG asociadas, la IE logró enseguida enviar los fondos de emergencia a los docentes en algunas de las zonas más afectadas, como Jacmel, Petit-Goave, Grand Goave, Laogane y Nippes.
Durante los días siguientes se produjeron varias réplicas del primer seísmo, lo cual prolongó el miedo e hizo que miles de residentes de Puerto Príncipe abandonaran la ciudad e incluso el país. La afiliada de la IE en la vecina República Dominicana ofreció su ayuda a los habitantes de los campos de refugiados, que inmediatamente pasaron a la región fronteriza.
Lavaud y otros dirigentes de CNEH se reunieron con el presidente haitiano René Préval y con el Ministro de Educación Joel Jean-Pierre, de quienes escucharon la evaluación de los daños sufridos por su sistema de educación, ya de por sí frágil. Las noticias fueron demoledoras.
El terremoto destruyó o dañó gravemente la mitad de las 15.000 escuelas primarias que había en Haití, y 1.500 escuelas de secundaria, así como sus tres principales universidades. El propio edificio del Ministerio de Educación resultó destruido, y varios empleados y funcionarios fallecieron en el mismo. CNEH calcula que más de 1.100 docentes murieron a causa del terremoto. Se calcula también que 300 estudiantes de magisterio murieron al derrumbarse el edificio de la Collège du Canapé-Vert.
La Directora General de la UNESCO, Irina Bokova, describió la destrucción de las instituciones de educación y la pérdida humana de docentes y estudiantes como “un golpe catastrófico para un país que ya había sido golpeado por otros desastres”. Bokova comprometió la ayuda de la UNESCO para la reconstrucción, e instó al sector académico a mostrar su solidaridad. En ese sentido, afirmó que las universidades de la región y sus inmediaciones deberían hacer lo posible por recibir a los estudiantes haitianos.
“Lo que hemos visto es la destrucción total del sistema educativo haitiano”, dijo Joel Jean-Pierre a la agencia de noticias Reuters. No obstante, el Ministro de Educación subrayó que las clases deben retomarse lo antes posible, aunque sea en tiendas de campaña. “Por la salud mental de la población, los niños y los estudiantes deben volver a su vida normal. Tendrán comida caliente y tratamiento psicológico en las escuelas”.
Casi la mitad de los 9 millones de habitantes de Haití son menores de 18 años, y el índice de alfabetización en el país apenas llega al 53 por ciento. Incluso antes del terremoto, solamente la mitad de los niños en edad escolar estaban matriculados en la escuela, y las familias pobres pasaban muchas dificultades para poder pagar los uniformes, los libros de texto y el material escolar.
Ahora, serán muchos miles más los niños sin escolarizar que se verán obligados a trabajar, sobre todo los que han quedado huérfanos tras el terremoto. Cuanto más tiempo estén sin ir a la escuela, más vulnerables serán a la explotación o los abusos, según afirman los expertos.
La IE y CNEH establecerán programas de asesoramiento postraumático para ayudar a los niños y a los padres, así como a sus compañeros, y ya han puesto en marcha un programa de ayuda económica directa para ayudar a los docentes y a sus familias a recuperarse del desastre. Hasta la fecha, el Fondo de Solidaridad de la IE para Haití ha recaudado 250.000 dólares.
Jean Lavaud y la Secretaria General Adjunta de CNEH, René Jolibois, recibieron una calurosa bienvenida de sus compañeros en la conferencia regional de América del Norte y el Caribe celebrada en Puerto España (Trinidad y Tobago) los días 25 y 26 de febrero. Los líderes haitianos señalaron que se sentían abrumados por la tremenda solidaridad que habían demostrado las organizaciones miembro de la IE en todo el mundo.
Los sindicatos están dispuestos a participar activamente en la reconstrucción del sistema escolar de Haití, dijo Lavaud. Los retos son numerosos y la tarea por delante inmensa, pero el ánimo de la gente es fuerte y la ayuda comprometida por la comunidad internacional debería permitir a Haití desarrollar un sistema escolar público que ofrezca una educación pública de calidad a todos los jóvenes del país.
En el comunicado publicado por UNICEF, su Directora Ejecutiva Adjunta, Hilde Johnson, se hizo eco de las palabras de Lavaud. Johnson afirmó que, en Haití, la ayuda humanitaria internacional se encontraba con una situación tan compleja como la de cualquier emergencia acontecida en los últimos años en cualquier lugar del mundo.
“Haití supone un desafío diferente, no solamente por la gigantesca dimensión del desastre natural sino por los problemas preexistentes del conflicto interno y la fragilidad institucional”, afirmó. “Al mismo tiempo, tenemos una oportunidad única para comenzar de nuevo – de hecho será una transformación –, para crear un país adecuado para los niños”.