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Internacional de la educación
Internacional de la educación

La educación musical y artística es esencial para una formación integral

publicado 29 marzo 2010 actualizado 29 marzo 2010

Todos hemos escuchado historias sobre estudiantes muy trabajadores que, a pesar de sus esfuerzos, se van quedando atrás con respecto a sus compañeros de clase y van perdiendo gradualmente el interés en los estudios, hasta que alguien, a menudo un profesor, aprieta el botón adecuado. Entonces, esos mismos estudiantes vuelven a recobrar la motivación en la escuela y el interés por su futuro académico.

Para algunos de estos jóvenes el “botón adecuado” son las artes. Muchos chicos encuentran la motivación para su futura carrera en las ciencias, las matemáticas o las clases de lengua, pero para otros son la música, el teatro, la danza o las artes visuales las que mueven su interés y les hacen brillar.

Una profesora de primaria de Nueva York, Jessica Carbone, nos cuenta como ha sido testigo de los cambios profundos operados en ciertos alumnos que han tenido la oportunidad de acercarse a las artes dentro el ámbito académico. “He visto a estudiantes bastante tímidos salir de su caparazón y desarrollar una autoconfianza que no había visto antes. De alguna manera, empiezan a creer en ellos mismos.”

En la actualidad, una gran cantidad de estudios respaldan la teoría de que la música y las otras artes tienen un impacto positivo en múltiples aspectos que van desde el desarrollo del cerebro hasta los resultados académicos y los hábitos de estudio, pasando por el interés de los estudiantes por la escuela. Hoy en día, a pesar del valor demostrado que tienen las artes en la educación, muchos docentes de música y de otras disciplinas artísticas afirman que se ven obligados frecuentemente a racionalizar su valía, a probar que lo que enseñan es algo más que una asignatura “divertida” o una floritura que sólo sirve para dotar a los estudiantes de una pausa en la rutina diaria de las clases. Esto es especialmente llamativo en el sistema actual, que privilegia los exámenes y los objetivos mesurables. “Por alguna razón, existe ese aspecto latente en las artes que hace que tengas que justificar constantemente lo que estás haciendo”, nos confiesa Karla Beck, docente de música coral e historia de la música en St. James High School en St. James, Minnesota.

Respaldando la enseñanza y el aprendizaje de las artes

Le damos a la música y la educación artística el crédito que se merecen a la hora de favorecer el éxito social y académico? Richard Kessler piensa que no. Kessler es el director ejecutivo del Center for Arts Education(CAE) en Nueva York. Un estudio reciente del CAE muestra que las escuelas superiores con mayor acceso y respaldo por la educación artística tienen también las tasas más altas de éxito académico.

Como tantos otros defensores de las artes, Kessler cree firmemente que éstas son esenciales para el completo desarrollo del niño. “Si realmente nos preocupa que los chicos y chicas tengan una educación completa y de calidad”, entonces, la educación artística debe formar parte de ella.

No es sorprendente, pues, que haya a menudo profundas desigualdades en el acceso a las artes y a la educación musical. Mientras la mayoría de escuelas y centros de enseñanza privados ofrecen un amplio abanico de actividades artísticas y musicales, ese no es precisamente el caso de aquellas escuelas donde asisten los jóvenes con mayores dificultades económicas.

Las escuelas neoyorkinas con la tasa de graduaciones más baja son también aquellas donde los estudiantes tienen menos oportunidades de participar en el aprendizaje de disciplinas artísticas, como nos muestra un estudio del CAE. La principal misión de la organización de Kessler ha sido la de construir y articular una masa crítica de escuelas con programas de enseñanza artística de calidad, con el fin de poner de relieve su importancia y animar a otras escuelas públicas de Nueva York a seguir en la misma línea”, explica Kessler.

El CAE ha colaborado con la Federación Unida de Profesores (UFT) en una serie de conferencias sobre el desarrollo de la educación artística profesional. La primera tuvo lugar a mediados de noviembre, y estuvo centrada en los grados K-5 y en la integración de las artes en el currículo académico. Educadores, padres y administradores presentes en la conferencia estuvieron asimismo acompañados por profesionales del mundo de la danza, el teatro y la música.

Se ocupa de “respaldar el aprendizaje y la enseñanza de las artes” incluyendo la asistencia a los docentes en la formación y el desarrollo profesional que necesitan, afirma Kessler, que reconoce la ayuda de la UFT en la creación del CAE hace ahora veinte años.

“Es importante mostrar a nuestros miembros cómo integramos las artes en el ámbito escolar” afirma Roberto Benítez, empleado de la UFT Teacher Center, añadiendo que los ajustados presupuestos escolares están forzando a los docentes a buscar “formas más creativas e innovadoras de enseñar las disciplinas artísticas”

Carbone, que enseña en una escuela de Brooklyn, estuvo presente en la conferencia de Noviembre. Éste considera que la integración del aprendizaje artístico en el currículo educativo debe ser un aspecto esencial en el programa educativo de la escuela primaria. “No se necesita tener un amplio conocimiento técnico en música o en arte para incorporar este aspecto en el currículo oficial.”

Los estudiantes aprenden vocabulario nuevo gracias los diálogos y canciones de la obra de teatro que van a representar, explica Carbone. “Y las disciplinas artísticas les ayudan también a trabajar en grupo y a creer en ellos mismos y en sus aptitudes, algo que sin duda repercute positivamente en sus resultados escolares.”

Conectando el currículo

La formación artística es sin duda más efectiva cuando se combinan varias disciplinas a un tiempo, por ejemplo, música, danza y teatro. Scott Leahy, profesor de música en una escuela de Pasco County, recuerda un musical que representaron sus alumnos de una escuela primaria. El musical era sobre el Imperio Romano, y Leahy y otros profesores aprovecharon para incorporar lecciones sobre este periodo histórico en el programa escolar del año.

Tras 11 años ejerciendo la enseñanza, Beck considera sus clases como una experiencia holística que abarca la mente, el cuerpo y el alma del alumno. Los chicos de la coral donde da clases reciben también formación sobre las posturas adecuadas, las técnicas de respiración y en general, experimentan como la música y otras artes enriquecen el espíritu.

A menudo, Beck hace cantar a sus estudiantes canciones en otras lenguas. “Mis estudiantes han aprendido algo de español, latín y hebreo gracias a las canciones.”

Manteniendo a los chicos motivados y en la escuela

Varios de los docentes entrevistados para este artículo afirman que la importancia que se le da hoy a los exámenes y su preparación a menudo repercute negativamente en aspectos como la formación artística.

Leahy considera que esto disminuye los beneficios que los alumnos podrían sacar de la música y el arte-estudiantes que están esforzándose mucho académicamente y que necesitarían la oportunidad de experimentar un éxito en la escuela a través de las artes. “A veces no tenemos una visión general de cómo las artes y la música ayudan en el aprendizaje”

La profesora de inglés Selena Stair de Galveston, Texas, está convencida de que muchos de sus estudiantes habrían tirado la toalla si no hubieran tenido la creatividad, la seguridad en ellos mismos y la capacidad de trabajar en equipo que te aportan tocar en una banda o actuar en una obra de teatro.”

El director del CAE, Richard Kessler, piensa que gran parte de las carencias que sufre la educación artística en cuanto a la falta de compromiso en su defensa por parte de las autoridades públicas desaparecerían gracias a la colaboración de padres, sindicatos, administradores y otros actores locales, que podrían trabajar conjuntamente para asegurar que ésta siga jugando un papel importante en el marco de la educación pública infantil. Por Roger S. Glass

(c) American Teacher/AFT, Febrero 2010. Reimpreso con permiso del autor. Este articulo fue publicado en Mundos de la Educación, No. 33, marzo 2010.