Los derechos de autor en Canadá, ¿Quién le tiene miedo al trato justo? Por David Robinson
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Si está buscando un remedio para su insomnio, lo que necesita podría ser exactamente estudiar la Ley Canadiense sobre Derechos de autor [1] . La ley, compuesta de 176 páginas rotundas de denso texto legal, provocará sin duda somnolencia incluso a los lectores y lectoras con más cafeína.
Sin embargo, si usted es un/a docente o estudiante preocupado/a por un enfoque ponderado en lo que respecta a los derechos de autor, entonces la legislación canadiense podría resultarle francamente adictiva.
En todos los países la legislación sobre derechos de autor ocupa un lugar importante en la educación, ya que regula la creación, el uso y la propiedad de las obras literarias y artísticas. Debido a esto, la comunidad educativa canadiense trabajó durante décadas para asegurar que la legislación sobre derechos de autor estuviera al servicio del interés público y permitiera a estudiantes, docentes e investigadores utilizar y compartir sus trabajos.
Antes, la política sobre derechos de autor en Canadá se encontraba en manos de grandes tenedores de derechos, casi exclusivamente privados. Estos utilizaban su influencia para asegurar que la legislación sobre derechos de autor les permitiera maximizar sus ganancias a través del blindaje del contenido que les pertenecía. En este régimen restrictivo, uno de los pocos recursos de los que aún podían disfrutar los/as maestros/as era, al máximo, reproducir manualmente una obra en la pizarra.
En un esfuerzo por contrarrestar estas limitaciones sin sentido, cuando en el año 2000 el entonces Gobierno anunció que revisaría la Ley sobre Propiedad Intelectual la comunidad educativa de Canadá se organizó activamente para pedir cambios. El esfuerzo dio sus frutos, primero a través de una serie de victorias legales importantes y más tarde, más de una década después, en 2012 con la adopción de la Ley de Modernización de los Derechos de Autor (Copyright Modernization Act), favorable a la educación.
Un cambio importante presentado por la Ley fue la extensión del llamado “ trato justo”, que incluyó a partir de entonces el objetivo de la educación, además de la investigación, el estudio privado, la parodia y la sátira. El trato justo es un derecho enormemente importante para la comunidad educativa. Permite a docentes y estudiantes, dentro de ciertos límites, copiar fragmentos de obras literarias y artísticas sin tener que pedir permiso o pagar una retribución al propietario de la obra. El trato justo por ejemplo permite a un/a maestro/a fotocopiar un artículo de periódico para una lección sin tener que pedir permiso al editor. Le permite a un/a estudiante o a un/a investigador/a fotocopiar un artículo de una revista o parte de un libro.
Aunque el trato justo ha resultado útil al sector de la educación canadiense, y al público en general, no todo el mundo está contento. Ahora que el Parlamento canadiense está preparando una revisión de la Ley de 2012, la agencia de otorgamiento colectivo de licencias “ Access Copyright” ha liderado una campaña contra el trato justo, acusándola erróneamente de todos los problemas económicos que afectan a la industria de la edición, y afirmando incorrectamente que el sector de la educación rechaza pagar por contenido.
Mientras que la expansión del trato justo en Canadá está correlacionada con una disminución en los ingresos de Access Copyright, no existe una relación causal. Esto nos consta porque en ausencia de cambios al trato justo o a las condiciones de uso justo en otras jurisdicciones, los grupos de edición de todo el mundo se están enfrentando a los mismos retos económicos que Access Copyright.
De hecho, las escuelas, institutos y universidades canadienses siguen pagando cada año cientos de millones de sus escasos dólares a editores y autores por el acceso a sus obras. Los/as estudiantes desembolsan mucho dinero adicional cada año en libros y otros materiales. Mientras que el modelo de empresa de Access Copyright está fallando, algunos editores académicos individuales siguen creciendo y acumulando enormes beneficios.
Así pues, ¿por qué están en declive las ganancias de Access Copyright? Hay varios factores que influyen, pero ninguno de ellos tiene que ver con el trato justo.
- Las instituciones educativas se han agrupado para comprar licencias directamente a editores individuales, reduciendo el beneficio de Access Copyright pese a seguir gastando millones en contenido.
- Como respuesta a los precios inflados de las revistas académicas privadas, la comunidad universitaria inventó y puso en práctica la publicación Open Access, que pone a disposición gratuitamente la investigación financiada públicamente (sin perjuicio para Access Copyright). En Canadá, casi la mitad de todas las publicaciones de investigación ahora son accesibles gratuitamente en línea.
- En vista de que los/as estudiantes no desean seguir cofinanciando los beneficios exagerados de las editoriales de libros de texto, el sector de la educación inventó los Recursos de Educación Abiertos (OER, por sus siglas en inglés), que han permitido, según deseo del autor, un acceso libre a libros de texto OER y a otros materiales de estudio. Esto está ahorrándoles a los/as estudiantes canadienses y a sus padres millones de dólares al año, pero limita el flujo de dinero que llega a Access Copyright, y sin embargo no tiene nada que ver con el trato justo.
En resumen, la industria de la edición se enfrenta a cambios estructurales profundos como resultado del auge de maneras alternativas de crear, autorizar y compartir las obras, no del trato justo. Los/as docentes en Canadá reconocen plenamente la necesidad de abordar el empobrecimiento crónico e histórico de los autores y otros creadores por parte de sus empleadores. Rechazamos, sin embargo, una vuelta a un sistema cuyo efecto es el blanqueamiento de los fondos culturales a través del sistema educativo, mientras al mismo tiempo sólo paga migajas a los auténticos creadores.
No se dejen engañar por lo que hayan podido oír sobre el régimen de derechos de autor de Canadá. No hay nada que temer. El trato justo está funcionando como debería: como un derecho limitado que permite a los/as estudiantes, docentes e investigadores/as acceder y construir sobre la base de la obra literaria y artística existente.
Las opiniones expresadas en este blog pertenecen al autor y no reflejan necesariamente ninguna política o posición oficial de la Internacional de la Educación.