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Mundos de la Educación

World Bank / Henitsoa Rafalia
World Bank / Henitsoa Rafalia

“Se puede trabajar desde casa si la situación dentro del hogar lo permite”: la enseñanza en tiempos de pandemia, por Josiah Taru.

publicado 5 junio 2020 actualizado 5 junio 2020
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El cierre de las escuelas ha sido elogiado como una de las medidas de mitigación más efectivas para frenar la rápida propagación de la COVID-19 hasta la fecha. Millones de alumnos y educadores se han visto obligados a seguir con las clases a través de la enseñanza a distancia de emergencia, que implica una docencia en línea. Esto supone nuevos retos para los educadores residentes en países en desarrollo como Zimbabue, donde la enseñanza por internet es muy poco común. Los sindicatos de docentes tienen que aprovechar esta ocasión y exigir avances en sus derechos y dignidad, puesto que han tenido que reconfigurar su trabajo ante el confinamiento impuesto por las autoridades.

La pandemia de la COVID-19 presenta amenazas similares para gente de todo el mundo, y estas se traducen, al mismo tiempo, en intervenciones y respuestas parecidas en los diferentes países del planeta. Se ha promovido el distanciamiento social, el lavado de manos durante al menos veinte segundos con jabón, estornudar en el hueco del codo, así como confinamientos totales o parciales como estrategias de intervención más efectivas para reducir nuevas infecciones de COVID-19. Los diferentes países han organizado estrategias de respuesta nacionales en función de las prácticas anteriores. En un principio, Zimbabue impuso un confinamiento de 21 días desde el 30 de marzo de 2020, antes de ampliarlo 14 días más; la medida se prolongó finalmente por un plazo indefinido. El confinamiento supuso el cierre de escuelas, escuelas politécnicas y universidades, entre otros sectores no esenciales. El cierre repentino de las universidades planteó desafíos tanto para los docentes como para los alumnos. En Zimbabue y Sudáfrica, las universidades cerraron al poco de abrir y se había podido impartir muy poca materia, ya que el año académico empieza en febrero. En respuesta a esta situación, la mayoría de las universidades adoptaron la “enseñanzaa distancia de emergencia” y trasladaron el proceso de aprendizaje a internet, aunque con muy poca preparación. El cambio repentino aparentemente “neutro y sin valor” a la enseñanza a distancia de emergencia, que exige la docencia y el acceso por parte de los alumnos a través de medios conectados a internet, supuso que los profesores tuvieran que encontrar la manera de dar clase desde casa. Pocos días después de adoptar la enseñanza a distancia de emergencia, gran parte de los docentes y sindicalistas se quejaron de que este movimiento ignoraba por completo su contexto, género y realidades cotidianas. La situación socioeconómica actual en Zimbabue no permite que los docentes lleven a cabo una transición sin contratiempos a la pedagogía en línea. El cambio hacia la enseñanzaa distancia en el contexto de Zimbabue desestabilizó a la mayoría de los docentes y puso en tela de juicio la estrategia tan aclamada del “teletrabajo”.

La mayoría de los educadores se lamentan de la conectividad a internet de mala calidad, que prácticamente imposibilita la enseñanza a distancia de emergencia. Muchos profesores viven en zonas periurbanas donde la conexión a internet es escasa y poco fiable. Sin una conexión a internet adecuada, en una situación en la que están prohibidos los desplazamientos y sin acceso a una red de internet institucional, los profesores tuvieron muchas dificultades a la hora de completar una transición sencilla a la enseñanza en línea. Después de varias semanas de confinamiento, algunos no habían conseguido ni contactar con sus alumnos. Asimismo, el coste de una tarifa de datos está fuera del alcance de la mayoría de los zimbabuenses, incluidos los profesores universitarios. El coste de descargar vídeos, enviar clases de audio y compartir temarios de cursos por internet es casi inasumible debido al elevado precio de los datos. Los profesores están teniendo problemas, atrapados entre el deber y la situación económica que no les permite prestar sus servicios a los estudiantes.

La transición a la enseñanza a distancia de emergencia plantea nuevos retos para los docentes. Varios de ellos apuntaron que la enseñanza en línea atentaba hasta cierto punto contra su privacidad, ya que tenían que grabar vídeos que mostraban el interior de sus hogares. La docencia a distancia trae consigo obstáculos. ¿Cómo responderán los alumnos ante las fotos colgadas en las paredes o el tipo de decoración interior que se vea al fondo?  Si bien la enseñanza a distancia de emergencia revela mucha información personal sobre los profesores, también los hace vulnerables ante troles y acosadores cibernéticos, que pueden recabar datos precisos como la dirección IP de sus casas y otra información personal que podría utilizarse para acosarlos y desestabilizarlos. Por una parte, varios profesores se veían incómodos dando clase desde casa porque sus hogares no les permitían ese lujo. Muy pocos contaban con oficina en casa desde la que poder trabajar durante el confinamiento. La ausencia de un lugar adecuado desde el que trabajar ha hecho que todo el cambio sea insoportable y haya recibido una mala acogida. En una conversación, un compañero de profesión señaló que “se puede trabajar desde casa si la situación dentro del hogar lo permite”. Las diferentes composiciones familiares influyen sobre la posibilidad que tienen los profesores de adoptar la enseñanza a distancia por completo.

Por último, las decisiones para adoptar la enseñanza a distancia de emergencia afectan de manera diferente a profesores y profesoras. Las docentes indican que enseñar desde casa plantea retos sin precedentes. Al teletrabajar, a ellas les toca hacer malabares entre las tareas domésticas, el cuidado de los hijos, la enseñanza a distancia de sus propios hijos y el trabajo (docencia en línea). Los profesores tienen una percepción diferente a la de las profesoras respecto al teletrabajo. Con hijos a su cargo, a ellas les queda poco tiempo para preparar contenido en línea para sus alumnos.

Las experiencias y las dificultades a las que se han enfrentado los profesores en el ejercicio de la docencia en confinamiento plantean nuevos retos que los sindicatos educativos en los países en desarrollo tienen que empezar a abordar con urgencia. Con la ampliación del confinamiento de manera indefinida en el caso de Zimbabue, el teletrabajo y la enseñanza a distancia se han convertido en la “nueva normalidad”. Los sindicatos de docentes tienen que seguir avanzando y defender los intereses de sus representados en estos tiempos de cambio. Si los profesores se ven obligados a enseñar desde casa, sus empleadores deberán facilitarles la infraestructura necesaria para apoyar la transición a la docencia en línea. En países en los que el coste de los datos móviles es elevado y la conectividad limitada, los sindicatos deben presionar a los empleadores para que pongan en marcha programas que permitan que los docentes accedan a sus oficinas y a una red institucional. Los sindicatos educativos han de analizar detenidamente la docencia en línea y cómo influye en cuestiones como la privacidad y la libertad de cátedra. La privacidad de los profesores se ve limitada debido a la huella digital que se puede rastrear hasta sus casas, poniendo en peligro tanto a los miembros de su familia como a ellos mismos. ¿Cuál es la mejor manea de proteger a los docentes de los hackers, troles y acosadores cibernéticos? La mayoría de las instituciones prefieren sistemas de gestión del aprendizaje que estén totalmente bajo su control, lo cual limita, hasta cierto punto, la libertad de cátedra para elegir qué se quiere enseñar y cómo presentar el contenido. Cada vez hay más contenido en manos de los administradores, y estos tienen el poder de eliminar y configurar los temarios que eligen los docentes. Por último, cuando las escuelas vuelvan a abrir, los sindicatos tendrán que formar parte del diálogo sobre qué medidas de seguridad se deben implantar para proteger a los alumnos y a docentes en caso de un repunte de la pandemia.

Las opiniones expresadas en este blog pertenecen al autor y no reflejan necesariamente ninguna política o posición oficial de la Internacional de la Educación.