Los afiliados de la Internacional de la Educación demuestran una inmensa solidaridad entre los educadores a través del Fondo de Respuesta a la COVID-19
Desde el comienzo del brote de COVID-19, la Internacional de la Educación hizo un llamamiento a la solidaridad de los sindicatos de la educación de todo el mundo para ayudar a las organizaciones miembros a responder a la crisis sanitaria y salir más fuertes de ella en términos de movilización, sindicalización y desarrollo de capacidades
Dado que la pandemia ha paralizado los sistemas educativos, la Internacional de la Educación se ha propuesto ayudar a sus afiliados a permanecer operativos durante la crisis de COVID-19, a fin de que puedan desempeñar su papel en la elaboración de respuestas nacionales efectivas a esta crisis.
Para ello, puso en marcha el Fondo de Respuesta a la COVID-19 y emitió un llamamiento de acción urgente a la solidaridad. En mayo, la federación sindical mundial de los docentes invitó a las organizaciones miembros que necesitaran apoyo a presentar solicitudes. Gracias a las generosas contribuciones de más de 20 afiliadas y al Fondo de Solidaridad de la Internacional de la Educación, fue posible ofrecer asistencia financiera a los sindicatos miembros que la necesitaban, ayudándolos así a mitigar las repercusiones de la pandemia en su capacidad operativa.
Apoyo concreto para las organizaciones miembros
El apoyo proporcionado a través del Fondo de Respuesta a la COVID-19 de la Internacional de la Educación ha ayudado a las organizaciones miembros a responder a las necesidades urgentes que han surgido a raíz de la pandemia, tales como:
- La repercusión que las medidas de confinamiento han ocasionado en la capacidad de los sindicatos para contactar con sus miembros y cobrar las cuotas de afiliación.
- El número creciente de docentes despedidos o no remunerados, en especial en el sector privado.
- La escasa preparación digital y la urgencia de una educación a distancia, así como las necesidades a largo plazo que se han visto acentuadas por la pandemia, por ejemplo, la brecha digital.
- Las condiciones de trabajo precarias, peligrosas e insalubres.
- La privatización de la educación.
- La violencia de género.
- El trabajo infantil.
- El deficiente diálogo social y político en el sector de la educación.
El Fondo de Respuesta a la COVID-19 de la Internacional de la Educación también respaldó los esfuerzos de las organizaciones miembros para recopilar pruebas sobre el impacto que la pandemia de COVID-19 ha ocasionado en los sistemas educativos y en las comunidades y utilizarla con fines de incidencia. Los sindicatos llevaron a cabo encuestas y consultas que les permitieron, por ejemplo, tener una mejor comprensión de la educación en línea.
También movilizaron a los docentes locales y las comunidades escolares.
Ya sea mediante la celebración de reuniones de concienciación sobre las medidas sanitarias necesarias en las escuelas, o talleres de creación de capacidad para la enseñanza en línea, o prestando asistencia jurídica, los miembros de la Internacional de la Educación se mantuvieron activos y presentes sobre el terreno.
En algunos casos, las iniciativas lideradas por los sindicatos han dado lugar a colaboraciones con las autoridades relevantes en materia de educación y sanidad.
Lecciones aprendidas e implicaciones para el futuro
La primera lección que se extrae de esta experiencia es que la solidaridad sindical goza de buena salud.
Resulta reconfortante saber que la Internacional de la Educación puede seguir contando con la solidaridad de sus miembros en tiempos de crisis. Esta última ha demostrado claramente que, cuando las organizaciones miembros de la Internacional de la Educación colaboran estrechamente y coordinan sus acciones, es posible lograr una mayor repercusión.
Efectivamente, las organizaciones que respondieron al llamamiento de acción urgente estaban luchando ellas mismas contra el impacto de la pandemia en su propio país, pero actuaron para apoyar a organizaciones hermanas de otros lugares. Otras organizaciones han contribuido de diferentes formas, por ejemplo, aceptando respaldar algunas de las solicitudes recibidas, liberando así fondos limitados para otros países, o reasignando fondos de proyectos actuales a los esfuerzos de respuesta a la COVID-19.
La segunda lección que se extrae es que los miembros tienen necesidades crecientes de apoyo, pero los recursos disponibles para satisfacer esas necesidades se estancan o disminuyen.