“Subsanar el déficit de datos internacionales sobre los asistentes y las asistentes de enseñanza”, por Rob Webster.
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Los datos internacionales no nos dicen prácticamente nada acerca del personal paradocente del sector de la educación, denominados auxiliares docentes o asistentes de enseñanza. Ante la inminente celebración del Día Mundial del Personal de Apoyo Educativo, el académico británico Rob Webster analiza cómo los esfuerzos por incluir satisfactoriamente a los niños y las niñas con necesidades educativas especiales en las escuelas ordinarias pueden depender de la mejora significativa de nuestra comprensión de la labor y las experiencias del personal auxiliar docente.
En muchas escuelas y aulas de todo el mundo, la campaña para lograr la inclusión de estudiantes con necesidades educativas especiales en las escuelas ordinarias está supeditada a la creación y el empleo de una fuerza de trabajo paradocente relativamente nueva, conocida indistintamente como auxiliares docentes o asistentes de enseñanza. Se afirma que, en muchos países, las políticas destinadas a integrar a estudiantes con necesidades educativas especiales dependen en gran medida de esta fuerza de trabajo “no docente” ( Masdeu Navarro, 2015). Sin embargo, según revela el estudio encargado por la Internacional de la Educación (IE), el personal de apoyo educativo —un grupo en el que la presencia de auxiliares docentes es prominente— “a menudo, no recibe una remuneración adecuada ni el apoyo suficiente para acceder al desarrollo, la formación y la acreditación profesionales” ( Principe, 2018, pág. 22). Por tanto, no resulta sorprendente que suelan pensar que su contribución a la promoción de entornos de aprendizaje inclusivos está infravalorada.
Sin embargo, a pesar de ello (e incluso como consecuencia de ello), la interrelación entre la inclusión y los auxiliares docentes ha consolidado la opinión de que los auxiliares docentes se han convertido en “la argamasa del enladrillado […] que mantiene unidas las escuelas de formas diversas y, a veces, desapercibidas” ( Webster et al., 2021, pág. 2). Se puede argumentar que su relativa intuición —brindan apoyo más personalizado al alumnado que tiene más dificultades— es el motivo por el que resulta el modelo preferido en los sistemas educativos y las escuelas que tratan de lograr la inclusión. El hecho de que se consigue a un coste relativamente bajo (los salarios de los auxiliares docentes son muy inferiores con respecto a los del profesorado) puede explicar en parte por qué se ha reproducido con más éxito que cualquier otro modelo.
No obstante, cabe destacar que esta expansión no ha ido prácticamente acompañada de esfuerzos por recopilar datos a nivel macro sobre las características, la función y la contribución del personal auxiliar docente ni sobre su relación con la inclusión o su impacto sobre ella. El estudio internacional más influyente sobre escuelas y aulas, el Estudio Internacional sobre la Enseñanza y el Aprendizaje (TALIS, por sus siglas en inglés) de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), es valorado por las instancias normativas y los investigadores y las investigadoras de los países avanzados por la riqueza de sus datos y la información detallada que proporciona. Sin embargo, contiene muy poca información sobre los auxiliares docentes.
En el tercer y más reciente ciclo de TALIS (2018) —en el que participaron más de 275 000 encuestados de 31 países ( OCDE, 2021a)— se indicó que “los asistentes de enseñanza [y] el personal de apoyo pedagógico […] no se consideraban docentes y, por consiguiente, no formaban parte de la población objetivo internacional de TALIS” ( OCDE, 2021b). Más allá de la cuestión de si existe, o debería existir, una equivalencia entre los asistentes de enseñanza y los docentes, la decisión de excluir de TALIS a los asistentes de enseñanza es importante. Y afirmaría que importa no solo en sí y por sí misma, sino porque otros análisis de la enseñanza de alto nivel se basan en los datos que proporciona, como el Informe de Seguimiento de la Educación en el Mundo, un informe de referencia auspiciado y publicado anualmente por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco).
Aunque el Informe de Seguimiento de la Educación en el Mundo 2020 se centró en la inclusión, no logró aportar demasiada información sobre los asistentes de enseñanza porque “los datos sobre los profesores adjuntos son limitados, incluso en los países de ingresos altos” ( Unesco, 2020, pág. 351). El informe concluyó que, “por lo general, no se dispone de datos internacionales comparables sobre el uso del personal de apoyo en relación con la inclusión” ( Unesco, 2020, pág. 358).
Por otra parte, una encuesta internacional excepcional sobre las características, el empleo y las condiciones de trabajo de más de 3000 auxiliares educativos, encargada por la IE, concluyó: “Hay lagunas importantes en el conocimiento y la comprensión de los auxiliares educativos: quiénes son, cuál es su función y qué necesitan para realizar su trabajo con eficacia” ( Butler, 2019, pág. 1).
Si nos guiamos por las tendencias recientes y la campaña casi mundial hacia la inclusión prosigue, se invertirán grandes cantidades de dinero público en la contratación de un número cada vez mayor de auxiliares docentes. En Inglaterra, por ejemplo, los datos relativos al censo escolar muestran que el 28% del personal en las escuelas está empleado como auxiliares docentes (la cifra asciende al 35% en las escuelas de enseñanza primaria) ( Ministerio de Educación, 2021). Sin embargo, no se dispone de datos públicos sobre lo que cuesta ni la relación coste-beneficio del dinero de los contribuyentes. Estas preguntas pueden ser reduccionistas y una forma bastante directa de cuantificar las contribuciones llenas de matices de los auxiliares docentes a la educación. Sin embargo, las preguntas de este tipo son las que motivan a las instancias normativas y exponen argumentos fundamentados para que los Gobiernos muestren el mismo interés en las vidas, prácticas y perspectivas profesionales de los auxiliares docentes que en las de los docentes.
Por este motivo, en un artículo sobre los auxiliares docentes para un nuevo número especial del European Journal of Special Needs Education, los editores invitados, Anke de Boer (Universidad de Groningen) y yo mismo, pedimos que la OCDE amplíe TALIS de tal forma que el estudio refleje, y se adecúe a, la tendencia mundial hacia el empleo y la utilización de auxiliares docentes en entornos educativos ( Webster y De Boer, 2021).
Muchos de los temas seleccionados para formar parte de la edición 2018 de TALIS están relacionados con las vidas de los auxiliares docentes: prácticas educativas; prácticas profesionales; preparación inicial para el puesto; entorno escolar; satisfacción profesional; cuestiones relativas a los recursos humanos; relaciones entre las partes interesadas; oportunidades profesionales; responsabilidad profesional, y autonomía. A nivel descriptivo más básico, pero esencial, encuestar a los auxiliares docentes permitiría hacer un seguimiento de las tendencias demográficas en lo relativo a la igualdad, diversidad y representación. Cabría pensar que es crucial para una función que es sinónimo de inclusión.
Los Informes de Seguimiento de la Educación en el Mundo “sirven de base a la promoción fundada en datos para impulsar el progreso hacia el ODS 4” (el cuarto Objetivo de Desarrollo Sostenible, relacionado con la educación) ( Unesco, 2021c). El informe de 2020 sobre la inclusión señala cómo una mayor escasez de “datos sobre los docentes” de países que no están incluidos en TALIS sigue siendo una de las tres “deficiencias en lo que respecta a los datos en esferas clave del marco de seguimiento del ODS 4” ( Unesco, 2020, pág. 239). El déficit de datos a nivel macro relativos a los auxiliares docentes se puede considerar parte del mismo problema. Proporcionar y compartir los datos empíricos sólidos necesarios para sustentar la formulación de políticas y la práctica y pedir a los dirigentes mundiales que rindan cuentas es esencial para lograr el ODS 4. El progreso será mucho más lento, si no inviable, sin un esfuerzo coordinado y consolidado de recopilación de datos que incorpore y refleje la función y la contribución de los auxiliares docentes.
En nuestro estudio sostenemos que se pueden generar ideas potencialmente transformadoras para mejorar las políticas y las prácticas en relación con los auxiliares docentes gracias a la acumulación, armonización y utilización de datos en los niveles macro, meso y micro. Ampliar una iniciativa existente de recopilación de datos financiada por las economías más avanzadas del mundo —y que determine las tendencias relativas a la fuerza de trabajo en el sector de la educación de dichas economías— nos parece un buen punto de partida.
Dado su papel fundamental a la hora de establecer y mantener entornos educativos inclusivos, me gustaría recordar el mensaje de un estudio encargado anteriormente por la IE en el que se defiende que las experiencias y necesidades del personal de apoyo educativo deben incluirse en las futuras consultas sobre su trabajo y función ( Principe, 2018). El próximo ciclo de TALIS, previsto para 2024, es tal vez la primera oportunidad de colaborar con los auxiliares docentes (y otras partes interesadas) para determinar la forma en que los responsables de la formulación de políticas deberían interpretar y comprender su papel y contribución, y guiar los enfoques para recopilar el tipo de datos que de forma extraordinaria —y con relativa rapidez— han transformado y mejorado nuestra comprensión del personal docente y la docencia.
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Nota de la redacción: Las opiniones expresadas en este articulo pertenecen al autor y no reflejan necesariamente ninguna política o posición oficial de la Internacional de la Educación.
Las opiniones expresadas en este blog pertenecen al autor y no reflejan necesariamente ninguna política o posición oficial de la Internacional de la Educación.