Reflexiones y acciones para la igualdad de género en ámbitos científicos y tecnológicos
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El 11 de febrero se conmemoró el “Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia” con el objetivo de visibilizar las barreras que impiden a las mujeres acceder al mundo de la ciencia y la tecnología, así como promover su participación plena y equitativa en el sector. ¿Cuáles son esas barreras y cómo romperlas? Con ocasión de la apertura de la 67a sesión de la Comisión de la Condición Jurídica y Social de la Mujer de las Naciones Unidas, cuyo tema prioritario es "La innovación y el cambio tecnológico, y la educación en la era digital para lograr la igualdad de género y el empoderamiento de todas las mujeres y niñas", veamos algunos datos sobre la cuestión de género en las denominadas carreras “STEM” (ciencia, tecnología, ingeniería y matemática por sus siglas en inglés) y reflejemos sobre oportunidades de acciones para fomentar la igualdad de género en estas.
El techo de vidrio: una realidad perenne en el mundo de la ciencia
Según una publicación de la Universidad de Princeton [1], la productividad de la mujer en la ciencia ha ido en aumento con los años, aunque la brecha de género también crece (73% varones - 27% para mujeres), valores que dependen de la región y área del conocimiento.
En Argentina, la productividad y participación es 50-50 para varones y mujeres. A pesar de este registro igualitario superior a la media mundial, es notoria la masculinización de cargos jerárquicos, o el llamado “efecto tijera”. Por ejemplo, en el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET), principal organismo de ciencia del país, en la categoría más alta de Investigador/a Superior, el 75% de los cargos están ocupados por varones. Además, las investigadoras que dirigen proyectos científicos solicitan y reciben en general menos de recursos que sus colegas varones. Algunos estudios muestran que cuando se conoce el género, la aprobación de proyectos de investigación favorece a los varones, mientras que se equipara cuando se lo desconoce.
Esto se observa a escala mundial. Según datos de la UNESCO, sólo el 10,5% de las autoridades de organismos científicos y tecnológicos son mujeres. Lo que conocemos como “techo de cristal” en la ciencia aún sigue sin quebrarse.
También en la educación superior emerge un claro patrón de género. Mientras que en las carreras de ingenierías y tecnologías de la información y comunicación, un sector dinámico y bien remunerado, la matrícula está compuesta mayoritariamente de varones, en carreras vinculadas a la educación y cuidado de la salud, sectores profesionales peor remunerados, prevalecen las mujeres, extrapolando a la Universidad el rol históricamente asignado en el hogar.
La situación se agrava considerando que a las mujeres se les otorga un rol dentro de un estereotipo social, el cual presupone realizar las tareas del hogar, encargadas así de las labores productivas y reproductivas a la vez. Esa carga dificulta el acceso a profesiones y cargos mejor remunerados, porque requieren de tiempo de formación y desarrollo profesional, ocupado en sostener las tareas de cuidado.
En palabras de Nancy Fraser, “la abrumadora mayoría de las mujeres no rompe ningún techo de vidrio; están atrapadas en el sótano, están limpiando y barriendo los pedazos de vidrio rotos”.
La necesidad de visibilizar a mujeres en profesiones STEM
Para entender los motivos estructurales e históricos que promueven esta brecha, destacamos las marcadas influencias de factores económicos y culturales, así como factores sociales que promueven ideas estereotipadas de roles de género - explícitos e implícitos - que desalientan la participación de niñas en las carreras STEM, condicionando su auto-percepción y confianza.
La exclusión de niñas, mujeres y diversidades de la educación y profesiones STEM suele reflejarse también en la ausencia e invisibilización de referentes del mismo género en ciertas áreas del conocimiento, que repercute negativamente en la motivación por pares.
Ciertamente, mi trayecto profesional se vio influenciado por mujeres que recorrieron y allanaron un camino, no sin dificultades, en áreas donde antes sólo se admitían referentes varones. Eso me permitió durante mi etapa de estudiante universitaria poder visualizar un futuro dentro de las ciencias, como investigadora. En particular, esta visión estuvo marcada por otras docentes e investigadoras que me formaron, así como también por mujeres de la comunidad, que impulsaron un crecimiento no en términos individuales, sino enfocado en las necesidades de nuestra sociedad.
Estas formas de desarrollo van de la mano de empoderar a otras mujeres en el camino recorrido, porque visibilizamos más fácilmente las dificultades que tiene llegar a ocupar espacios que antes nos fueron negados. En otras palabras, practicamos la sororidad como valor fundamental también en los espacios de producción de conocimiento.
El impacto de la revolución digital
En el capitalismo contemporáneo, las STEM son un supuesto y, al mismo tiempo, la fuerza impulsora del mismo. Una nueva fase, marcada por la denominada Cuarta Revolución Industrial, está transformando profundamente la sociedad. Es decir, la digitalización, la virtualización y la automatización de procesos económicos, políticos y sociales están señalando un cambio drástico en los modos de vida de la humanidad.
Esto se visualiza en el crecimiento de usuarios activos de redes sociales y plataformas, o en la penetración de internet en la vida diaria, una tendencia acelerada luego de la Pandemia del Covid-19. Así, 5100 millones de usuarios pasan un promedio de 6 horas 37 minutos en internet, tomando solo uno de los comportamientos digitales mundiales [2].
En esta nueva fase de digitalización de la vida, el capitalismo amplía y complejiza las relaciones de poder establecidas por el patriarcado. La Pandemia reconfiguró las estructuras sociales y económicas y las formas de producción y consumo. Mostró con más claridad que nunca las desigualdades de género que habitamos. Así, las tareas de cuidado, maximizadas por el confinamiento, recayeron sobre las mujeres. También se ampliaron las brechas digitales, estructuradas en torno a desigualdades preexistentes, que limitan el acceso y apropiación de las tecnologías. Por este motivo, el impacto negativo se profundiza en las mujeres más pobres, a medida que se acelera y consolida la digitalización de la economía. En este sentido, no es menor el rol que debe ocupar una mirada inclusiva en el desarrollo científico que marca el pulso de esta época.
Acciones para la transformación
El parto de este nuevo momento económico mundial ha abierto una crisis de múltiples dimensiones en lo económico, social y ambiental. En este contexto, la Universidad se transforma en un espacio-tiempo donde promover el pensamiento crítico, colectivo y profundo. Nos da la oportunidad de reflexionar de qué manera la producción y la circulación de conocimientos en nuestros espacios pueden contribuir a la construcción de una sociedad más igualitaria entre los sujetos, que promueva el desarrollo de una comunidad basada en el respeto al ambiente y que potencie las nuevas formas de organización para alcanzar la justicia social.
Nuestra menor presencia en STEM desincentiva a las mujeres y niñas al desarrollo de habilidades digitales, fundamentales en esta nueva fase. Si las STEM son la base de la transformación económica actual, y las mismas están en manos de la masculinidad hegemónica, no habrá ruptura posible con el dominio patriarcal de nuestra cultura de despojo y explotación.
Por eso, debemos desnaturalizar la ausencia de mujeres en las fronteras de la innovación y la ciencia. Proponer e impulsar políticas positivas para la participación plena de las mujeres en estos espacios, resultará fundamental para revertir desigualdades históricas, en pos de un mejor futuro. Por supuesto, estas luchas deberán tener la capacidad de interseccionalizarse con el resto de las luchas contra la injusticia. La despatriarcalización debe ser entendida como una propuesta política integral para poder avanzar en la equidad de géneros y en la igualdad social.
Huang, J., Gates, A. J., Sinatra, R., & Barabási, A. L. (2020). Historical comparison of gender inequality in scientific careers across countries and disciplines. Proceedings of the National Academy of Sciences, 117(9), 4609-4616.
https://datareportal.com/reports/digital-2023-global-overview-report. Consultado el 12 de febrero de 2023.
Las opiniones expresadas en este blog pertenecen al autor y no reflejan necesariamente ninguna política o posición oficial de la Internacional de la Educación.