El personal de la educación de la primera infancia: Nuevos datos alertan sobre el riesgo que corre este sector de la educación
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Una investigación de la Internacional de la Educación revela que el personal de la educación de la primera infancia (EPI) figura entre el grupo de trabajadoras y trabajadores de la educación cuyas condiciones de trabajo se han visto más afectadas por la pandemia de COVID-19. Los resultados preliminares de una investigación en curso también identifican a este sector, crónicamente infradotado, como uno de los más amenazados por la escasez mundial de docentes.
Recientemente, las conclusiones del Barómetro Internacional de la salud y el bienestar del personal de la educación (I-BEST) han puesto de manifiesto el preocupante estado en el que se encuentran la salud psicológica, las condiciones de trabajo y el reconocimiento profesional de los trabajadores y las trabajadoras de la educación. Más de una sexta parte de las 26.281 personas encuestadas procedentes de Francia, España, Reino Unido, Suiza, Argentina, Bélgica, Canadá, Quebec y Camerún trabaja en el sector de la EPI. La gran mayoría de las y los 4.254 docentes y personal de apoyo educativo (PAE) del sector de la EPI de los nueve países y territorios que participaron en la encuesta, son mujeres. Esta proporción es significativamente mayor a la registrada entre las y los participantes que trabajan en el sector de la educación primaria, lo que tiene repercusiones considerables a la hora de interpretar los resultados, ya que el escaso reconocimiento, los bajos salarios y las malas condiciones de trabajo en el sector, se han relacionado con el alto nivel de feminización y con la desigualdad de género existente en la fuerza laboral de la EPI (UNICEF, 2022).
Los resultados del Barómetro I-BEST proporcionan valiosa información sobre la percepción que tiene el personal del sector de la EPI con respecto a sus condiciones y entorno de trabajo, satisfacción laboral, salud y bienestar, y sentimiento de seguridad en el trabajo.
Las condiciones y el entorno de trabajo
Aunque la mayoría del personal de la EPI describe el ambiente escolar como bueno y valora muy positivamente la calidad de sus relaciones con el alumnado, las familias, las compañeras y los compañeros de trabajo, así como con la dirección del centro, también manifiesta estar menos satisfecho con sus condiciones de trabajo y el entorno físico de sus centros educativos.
En todos los territorios, más de un tercio de las y los docentes y del personal de apoyo de la EPI no está satisfecho con las condiciones materiales de sus centros educativos y más de una quinta parte no está satisfecho con el estado de las instalaciones. En Camerún, Bélgica, España y Quebec, el personal de la EPI también está preocupado por las condiciones de higiene y los servicios esenciales que ofrecen sus escuelas, entre ellos el agua potable y la electricidad, así como por la calidad del aire y el nivel de ruido en el exterior de sus centros educativos.
Más de un tercio del personal de la EPI de los nueve países y territorios participantes, evalúa negativamente sus salarios y afirma que no se les informa con antelación sobre decisiones que consideran importantes. De hecho, más de la mitad de las personas participantes de Reino Unido y Canadá advierte que en sus centros educativos, las decisiones importantes no se toman en equipo.
En su inmensa mayoría, el personal de la educación de la primera infancia siente que su profesión no está valorada por la sociedad. En la mayor parte de los países y territorios encuestados, el personal considera que las ventajas de su trabajo no compensan las desventajas. Un número significativo de las personas encuestadas en todas las jurisdicciones, que oscila entre una cuarta parte y más de la mitad de ellas, también manifestó que no volvería a elegir esta profesión y que no estaba satisfecho con su trabajo.
A excepción del personal de la EPI de Argentina, los y las participantes también señalaron una gran escasez de oportunidades de promoción laboral. Así mismo, el personal de la EPI de Francia, Canadá y Bélgica destacó la falta de oportunidades de formación, lo que contrasta con los altos niveles de autonomía profesional señalados por el personal de la EPI en todos los países y territorios.
Salud y bienestar
En la mayoría de países y territorios, los trabajadores y las trabajadoras de la EPI no consiguen alcanzar un buen equilibrio entre su vida personal y su vida profesional, han trabajado estando enfermos/as y su trabajo les ha resultado estresante desde el inicio del año escolar.
A pesar de que la mayoría de las personas que trabajan en el sector de la EPI en los territorios encuestados, valorara muy positivamente su salud, más de un tercio tiende a experimentar sentimientos de desequilibrio y más de una cuarta parte experimenta a menudo sentimientos negativos. Alrededor de la mitad de los y las participantes también declararon tener limitaciones en sus actividades diarias por motivos de salud y, en la mayoría de los casos, estas limitaciones se debían a un cansancio significativo.
En casi todos los territorios, la mayoría de las personas participantes considera que la dirección de sus centros laborales no se preocupa por la salud y el bienestar del personal. En consonancia con el hecho de que la mayoría de las personas participantes nunca ha acudido a una cita con el servicio de salud laboral, el personal de la EPI de Francia, Bélgica y Camerún se siente mal informado en materia de salud y un buen grupo en todos los territorios, piensa que no está bien informado en materia de salud laboral.
Violencia y seguridad en el trabajo
Un tema especialmente preocupante es el de la violencia. Si bien en la mayoría de los territorios el personal de la EPI se siente seguro en su lugar de trabajo, al menos uno de cada cuatro en Canadá, Quebec, Francia, Bélgica, Suiza, Reino Unido y España ha sido víctima de violencia en el lugar de trabajo durante el último año y un número aún mayor ha sido testigo de violencia en su centro laboral . En la mayoría de los casos, las personas autoras de esa violencia son el alumnado, miembros del personal o las familias. La única excepción es Camerún, donde, de manera preocupante, las personas ajenas al centro educativo son con mayor frecuencia, las autoras de la violencia contra el profesorado y el personal de la EPI.
En general, los resultados de la encuesta I-BEST 2023 nos reflejan una profesión infravalorada, estresante y a menudo insegura en el sector de la EPI. El profesorado y el personal de la EPI que participó en la encuesta señaló que, en caso de necesitarlo, recibía apoyo de sus compañeras y compañeros. Incluso lo recibían de sus superiores y de sus sindicatos o asociaciones. Para proporcionar el apoyo que tanto necesita el personal de la EPI, los sindicatos de la educación pueden recurrir a las Directrices de política de la OIT sobre la promoción del trabajo decente para el personal del sector de la educación de la primera infancia. Sin embargo, el carácter no vinculante y relativamente desconocido de las Directrices dificulta su eficacia a la hora de salvaguardar los derechos de las trabajadoras y los trabajadores de la EPI.
Teniendo en cuenta la grave escasez de docentes en el sector de la educación de la primera infancia, así como la pésima situación de los salarios, el sentimiento de escasa valoración y reconocimiento, las reducidas oportunidades de promoción laboral, la insatisfacción profesional, la inadecuada conciliación de la vida laboral y familiar, y el precario bienestar general del personal de la EPI, es oportuno e imperativo evaluar el impacto y la capacidad que tienen los instrumentos internacionales existentes para promover que el personal de la EPI esté bien respaldado y justamente remunerado y valorado, así como considerar el desarrollo de nuevas vías para la consecución de este objetivo.
Las opiniones expresadas en este blog pertenecen al autor y no reflejan necesariamente ninguna política o posición oficial de la Internacional de la Educación.