Empoderar al profesorado en la era de la IA: ¿Y ahora qué?
Parte 2 de 3
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Me picó la curiosidad y me creé una cuenta de ChatGPT. Enseguida me maravilló la eficiencia y el ahorro de tiempo que me ofrecía, así que me lancé a una carrera por aprender más y más, a leer todo tipo de cosas y participar en conversaciones sobre educación y otros campos, además de a probar distintos aspectos de la IA en mi contexto específico. El camino ha sido arduo y ha estado lleno de retos, sorpresas y nuevas posibilidades.
Tras varios meses, tengo más preguntas que respuestas. El intrincado panorama de la IA en la educación presenta una miríada de posibles aplicaciones en el aula y en las escuelas, con herramientas como Diffit, Gradescope, Babbel, Duolingo, Powerschool, Brightbytes, Photomath o Grammarly. El mero hecho de que haya tantas opciones puede resultar abrumador, y a menudo me dejaba con la sensación de no avanzar por mucho tiempo que le dedicara.
Por ese motivo decidí centrar mi investigación en una idea central: ¿qué puede aportar la IA para mejorar mi actual realidad docente y fomentar una práctica inclusiva y equitativa en la educación pública?
Por lo que he visto, leído y experimentado, las reacciones a los cambios educativos varían enormemente en todo el mundo, desde la oposición al apoyo. Lo que funciona sin problemas para una parte del profesorado puede ser un caos para otra. Son muchos los factores que entran en juego para determinar si una innovación tiene éxito o fracasa, y el primero y más importante es que se trata de un comportamiento humano con toda su complejidad. No obstante, cuando surgen retos, cuando se modifica el orden establecido en las aulas y las escuelas, la respuesta habitual suele ser un rechazo rotundo o la exclusión de las novedades, lo que impide de inmediato cualquier posible efecto positivo.
En la era de la IA, el debate sobre si prohibir o permitir los teléfonos móviles se hace eco de discusiones pasadas sobre avances tecnológicos inevitables. En las conversaciones del claustro se evidencia la influencia disruptiva de los móviles, que generan problemas asociados a la salud mental, la falta de participación y el ciberacoso. La pregunta es si se debe al propio teléfono o a los algoritmos integrados en los juegos y redes sociales sumados a las constantes notificaciones. No hay duda de que el móvil puede contribuir a mejorar la experiencia de enseñanza y aprendizaje de múltiples modos. Aunque algunas escuelas han respondido a esta situación vetando los teléfonos móviles, es fundamental adoptar una postura matizada que reconozca la complejidad de la educación, el concepto de andamiaje por edad y los factores contextuales. Para ello se precisa una estrategia proactiva, compartida en todos los niveles y centrada en una alfabetización digital global acorde con marcos como ISTE y Edutopia, que cuentan con el respaldo de especialistas como Michael Rich. Su objetivo ha de ser enseñar competencias funcionales ejecutivas, ciudadanía digital y medidas de prevención para el bienestar digital. Un enfoque con visión de futuro supone inculcar un uso responsable de la tecnología durante toda la trayectoria académica para aprender a desenvolverse en el contexto digital y mitigar los riesgos de adicción.
El desembarco de la IA en las aulas nos enfrenta a otra bestia distinta, a una criatura que evoluciona rápidamente y provoca una reacción visceral de rechazo. En muchos casos se ha optado por prohibir el uso de la IA en distritos, escuelas y aulas, aduciendo preocupaciones razonables como la necesidad vital de proteger la privacidad del alumnado y su huella digital o el aumento exponencial de plagios en los institutos de secundaria y las universidades.
Pero este no es el camino, sería preferible involucrarnos, explorar vías para avanzar y educar en el uso responsable de la IA en los centros de enseñanza.
Una revolución pluridimensional en la trayectoria de aprendizaje del alumnado
La presencia de la IA en las aulas va mucho más allá de ChatGPT, que es solo un elemento de la revolución educativa. Para el alumnado, ChatGPT no es más que la punta del iceberg de los sistemas de ayuda a la escritura. Sudowrite, Caktus AI, Hemingway Editor y GrammarlyGo también constituyen un apoyo perfecto para las tareas académicas. Hay un miedo generalizado a que estas herramientas faciliten el plagio entre estudiantes y, por desgracia, no se trata de un temor infundado, sino de una realidad, sobre todo en la educación secundaria y terciaria.
Pero, como vemos, la influencia de la IA no se limita a los trabajos de redacción. El alumnado utiliza aplicaciones de IA como Photo Math a modo de tutores matemáticos personalizados, que les permiten escanear las ecuaciones y recibir soluciones paso a paso en segundos. El aprendizaje de idiomas adopta diversas formas, ya sea mediante el enfoque más tradicional de Babbel o de la experiencia gamificada de Duolingo. Utilizan Otter.ai para tomar notas y redactar actas, aprovechan Readwise para resumir documentos y destacar las ideas principales, evalúan su trabajo con Gradescope o crean mapas conceptuales de los contenidos con Coggle y Mural AI. Estos ejemplos ilustran los distintos modos en que el alumnado está integrando la IA en su proceso de aprendizaje.
La necesidad improrrogable de hacer una reflexión profunda conduce a reconsiderar tanto el contenido como los métodos de evaluación, además de a reevaluar nuestras expectativas y creencias. Abogo por desempeñar una función integral de asesoramiento, enseñanza y apoyo a lo largo de todo el aprendizaje, centrándonos en las habilidades para la gestión eficaz de la información y en las competencias esenciales, además de en el logro de resultados. Este reto requiere una estrategia global que priorice el proceso de aprendizaje, genere hábitos de trabajo productivos y nutra competencias como el pensamiento crítico, la resolución de problemas, la creatividad y la comunicación. La clave reside en diseñar un sistema de andamiaje adecuado a la edad que fomente esos aspectos fundamentales de una educación bien equilibrada para cada estudiante, al tiempo que se usa la IA para potenciar su aprendizaje, su participación y la experiencia educativa en su conjunto.
Mi trayectoria como docente
Como docente, he probado varias herramientas de IA y he intentado combinarlas con otras opciones digitales con el objetivo de crear una versión mejorada de mí mismo, tanto en mi faceta de educador profesional como en la de estudiante. Sin embargo, me he dado cuenta de que explorar todo el potencial de la IA requiere una importante inversión de tiempo.
Para el profesorado, esto no es nuevo. Integrar cualquier herramienta digital, ya sea para mejorar nuestras competencias profesionales o la enseñanza, implica una gran dedicación y afecta a nuestra carga de trabajo. Se precisará un buen equilibrio para asegurarnos de que el esfuerzo contribuye positivamente al bienestar del profesorado, posibilitando su crecimiento profesional y manteniendo las obligaciones laborales dentro de lo manejable. Este aspecto cobra especial relevancia a la luz de los desafíos a los que se enfrenta la profesión docente para conservar al profesorado existente y atraer nuevas incorporaciones, algo que resulta cada vez más difícil por diversas razones.
La influencia de la IA parece centrarse en los resultados de aprendizaje, la pedagogía, la evaluación y la participación del alumnado, en lugar de en el resto de nuestras responsabilidades profesionales, como la planificación, sobre todo en la educación secundaria y terciaria. Para el profesorado de esos niveles, alcanzar el equilibrio en este momento tan complejo y decisivo es casi una quimera. Aunque la IA abre el camino a la mejora de la enseñanza, el aprendizaje y la eficiencia laboral, la revolucionaria transformación que conlleva supone en estos momentos un aumento de la carga de trabajo debido a los múltiples retos a los que intentamos adaptarnos, poniendo en práctica nuevos sistemas y explorando un entorno en constante evolución. Lograr una proporción óptima requiere una planificación meticulosa, estructuras de apoyo sólidas y una formación profesional que ayude al profesorado a integrar eficazmente la IA sin asumir una sobrecarga abrumadora de trabajo, pero no es esto lo que está sucediendo.
En medio de los retos de integración de la IA y la gestión de la carga de trabajo, la adopción de ciertas herramientas específicas de IA me ha brindado consuelo y empoderamiento. ChatGPT ha supuesto un cambio radical en materia de planificación, creatividad y diversificación de los contenidos. He explorado alternativas como Copilot, Khanmigo, Magic School, Diffit y Curipod para perfeccionar varios aspectos profesionales, como la creación de materiales —que resulta especialmente difícil en idiomas distintos al inglés—, la gestión de tareas administrativas y de la correspondencia, la generación de instrucciones o la corrección de ensayos. Si a alguien no le suenan estos nombres, no debe preocuparse: hace apenas unos meses yo tampoco los conocía y sigo sin dominarlos todos, pero no es ese el objetivo. Por lo que respecta a la evaluación, las calificaciones, las indicaciones para exámenes y las correcciones con comentarios, me he metido de lleno en el uso de aplicaciones como Gradescope. En cuanto a la enseñanza de segundas lenguas, mi búsqueda me ha llevado a probar e incorporar Duolingo y Babbel en mis clases. Por su parte, Brightbytes facilita el análisis de datos para tomar decisiones fundamentadas. La realidad es que el sistema educativo en su conjunto debe reconocer y abordar los retos derivados de la rápida integración de la IA para ofrecer una transición más fluida al profesorado y al alumnado.
Trabajo en el Norte Global y, aunque he estado en contacto de diversos modos con la enseñanza en el Sur Global, entiendo que mi realidad puede diferir enormemente de la de otras personas: en educación, el contexto importa. La integración de la IA en la educación puede tener repercusiones positivas y negativas para la equidad mundial y la descolonización de la educación. Por el lado positivo, la IA podría mejorar la disponibilidad de materiales educativos, aportar experiencias de aprendizaje más personalizadas y cerrar la brecha para el alumnado de regiones desfavorecidas. No obstante, también surgen desafíos en cuanto al acceso equitativo a las tecnologías de IA, ya que las naciones más ricas suelen disponer de mayores recursos para crear herramientas vanguardistas, lo que puede exacerbar las desigualdades internacionales.
A modo de ejemplo, en las áreas rurales, Labster ofrece un laboratorio virtual, mientras que Caktus A.I. y ChatGPT apoyan las tutorías personalizadas. Eso, combinado con Gradescope y Flipgrid, permite al alumnado documentar su aprendizaje en Microsoft Teams. A pesar de sus imperfecciones, aporta una experiencia académica mejorada y demuestra que la labor docente es imprescindible para desenvolverse entre todos estos elementos. Cosecha sus mejores frutos en la reducción de las brechas de equidad y en el impulso de la inclusividad en las aulas, poniendo de manifiesto que la IA no sustituye, sino que complementa, al profesorado.
En el contexto de la descolonización de la educación, la IA puede presentar perspectivas diversas y contenido inclusivo, cuestionando las narrativas eurocéntricas tradicionales. Sin embargo, existe el riesgo de perpetuar y exacerbar los sesgos integrados en los algoritmos si no están bien diseñados, sobre todo en vista de que el idioma dominante en este campo es el inglés. La dependencia de las IA gestadas en su mayoría en contextos occidentales puede ahondar de forma involuntaria los desequilibrios de poder existentes, lo que obstaculizaría el empeño de crear entornos inclusivos y culturalmente diversos que reflejen la realidad de las aulas. Lograr un equilibrio implica un esfuerzo decidido para asegurar el acceso equitativo a las tecnologías de IA en todo el mundo y concienciación para desarrollar sistemas de IA que incorporen historias y perspectivas culturales diversas que fomenten un panorama educativo más inclusivo e igualitario.
Lo que me gustaría enfatizar es que el uso de la IA o de cualquier herramienta digital debe adecuarse a la edad, el nivel de competencia y la materia, además de cumplir el objetivo de mejorar las distintas facetas de una educación integral y optimizar la enseñanza y el aprendizaje. Por ejemplo, una nueva teoría sobre la crisis de salud mental citada en un artículo de Edutopia señala que "una de las causas primarias es el declive durante décadas de las posibilidades de la infancia y la adolescencia de jugar, pasar el rato y participar en actividades de forma independiente y sin la vigilancia de personas adultas". Es imperativo que la IA no se convierta en una presencia excesivamente controladora en sus vidas que refuerce el delicado equilibrio y la interconexión que el profesorado profesional debe conseguir en una educación integral. La importancia del andamiaje por edad es que sienta las bases de un futuro en el que el alumnado universitario domine el uso ético y responsable de las plataformas de aprendizaje personalizado basadas en IA.
Puede ser positivo.
Esta investigación me ha reafirmado en mi práctica personal en el aula, en mi idea de centrarme en un enfoque más holístico que pasa por implicar al alumnado tanto en el proceso como en el producto final, hablar con cada estudiante para que expongan sus razonamientos y procesos de pensamiento, usar la IA de modo que incite al alumnado a tareas como buscar textos generados por IA que sirven para reflexionar sobre pensamiento crítico, citas y colaboración y, además, enseñar a usar eficazmente estos sistemas.
Un viaje colectivo para mitigar los riesgos que plantea la IA
Por lo general, en el aula abordo las novedades y las iniciativas disruptivas con calma y entusiasmo contenido por las posibilidades. Sin embargo, esta experiencia me ha granjeado incomodidad y una notable desestabilización. Se cobra un peaje emocional y muchas personas no están afrontándolo solas, sino reuniéndose en las redes sociales en grupos como "ChatGPT para docentes". El alcance del cambio actual trasciende la educación y la velocidad de su integración en la fuerza laboral nos está dejando atrás. Como docentes y profesionales, tenemos la responsabilidad de afrontar esos sentimientos de miedo y malestar. Debemos actuar con decisión para resolver nuestros déficits y poder trazar un camino a seguir, evitando que nos arrastren por caminos que intuimos que no son correctos.
Mi experiencia personal y las conversaciones mantenidas con distintas partes interesadas de todo el mundo me han dejado claro que carecemos de conocimientos sólidos sobre el inmenso panorama de la IA, tanto por lo que respecta a sus posibles beneficios en la educación como a sus potenciales inconvenientes. Cuando pruebo la IA, lo hago de forma atenta y consciente, sabiendo las incertidumbres y retos que plantea.
En un artículo reciente, Michelle Toh y Nectar Gan compararon el bot ERNIE 4.0, un producto del gigante tecnológico chino Baidu, con GPT-4. Aunque ambos demostraron capacidades similares, ERNIE presenta una base de conocimientos más amplia. Lo que preocupa de ERNIE es su obligación de cumplir las directrices del partido comunista, lo que se traduce en censura de contenidos y bloqueo de usuarios por cuestionar al Gobierno. Cabe reseñar que China ha sido uno de los primeros países del mundo en aprobar políticas sobre IA generativa, un paso que también dio la UE hace unas semanas. En un caso, el objetivo es controlar; en el otro, garantizar prácticas de IA éticas y responsables, que gestionen los posibles riesgos y retos y, lo que es más importante, que salvaguarden los valores y derechos fundamentales.
Lo alarmante es el abuso de la IA para el control gubernamental, la programación deliberada con sesgos e información errónea. Esto pone de relieve la importancia de mantener la vigilancia frente a estas medidas invasivas, pero también frente a aquellos que, involuntariamente, perpetúan los sesgos y las desigualdades.
El otro aspecto de la IA y de las aplicaciones digitales que me quita el sueño es la protección del alumnado.
Cuando exploremos estas herramientas, debemos ser conscientes de que las medidas de ciberseguridad pueden no ser la norma, pero tenemos varias soluciones a nuestro alcance. He estado estudiando estrategias para aplicar un sistema de cadenas de bloques en el que cada estudiante tenga una propia. Las cadenas de bloques o blockchain son una tecnología de control descentralizada que registra de forma segura las transacciones entre múltiples ordenadores conectados en red. Cada bloque incluye marcas de tiempo y enlaces al bloque anterior, formando un registro cronológico inalterable. Podría ser una solución viable para garantizar la propiedad y el control de sus datos educativos digitales. Ahora mismo, ¿sabemos realmente quién es el propietario de los datos y trabajos del alumnado una vez finalizados los estudios? ¿Somos conscientes, docentes y estudiantes, de cómo se están usando los datos que generan en el universo digital? La cadena de bloques de cada estudiante podría almacenar y gestionar con seguridad sus expedientes académicos, notas y otros datos relevantes, proporcionando un registro transparente e imposible de manipular que queda bajo su propiedad y control. No obstante, para implantar este tipo de iniciativas se precisa un estudio detenido de las implicaciones jurídicas, de privacidad y de seguridad.
Los efectos que estamos presenciando en esta nueva era de la IA en nuestros institutos y universidades son indudablemente reales, y nuestra opinión profesional debe reconocerse como parte fundamental de esos debates de mayor envergadura. Necesitamos investigación en tiempo real, desarrollo profesional permanente, ideas para aplicaciones basadas en nuestro contexto individual, un entorno y una cultura que impulsen nuestra autonomía docente y la capacidad para cambiar de dirección cuando sea necesario: todos estos factores son esenciales para el profesorado en un contexto profesional en constante evolución y cada vez más complejo.
En el tercer y último artículo de esta serie de tres, exploraré posibles vías para avanzar, tanto en un sentido amplio como con sugerencias sobre qué puede hacer el personal docente para gestionar estos retos e implicarse de forma responsable.
Las opiniones expresadas en este blog pertenecen al autor y no reflejan necesariamente ninguna política o posición oficial de la Internacional de la Educación.