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Construyendo un futuro sostenible: Reflexiones de la Presidenta de la Internacional de la Educación en el Congreso Mundial

publicado 29 julio 2024 actualizado 29 julio 2024

Como presidenta de Educación Internacional, Susan Hopgood se acerca al Congreso Mundial con una mezcla de esperanza y determinación. Hopgood destaca el papel fundamental del movimiento sindical de la educación en la construcción de un futuro sostenible, y en abordar los desafíos actuales. A pesar de los múltiples desafíos globales que hoy enfrentamos- cambio climático, inestabilidad económica y ataques a la democracia-, Hopgood afirma que la determinación de la IE de avanzar en democracia y derechos nunca ha sido mayor.

Como presidenta de la Internacional de la Educación, ¿qué se te viene a la cabeza ante la celebración del Congreso Mundial?

En primer lugar, que esta es una organización optimista y segura de sí misma. Sabemos que tenemos un papel importante que desempeñar en la construcción del futuro sostenible que queremos y que el mundo necesita. Pero nuestra mirada es más amplia. Vemos el mundo tal como es, vemos fenómenos como la guerra, el cambio climático, la recesión económica, los ataques a la democracia o el crecimiento de las autocracias. La crisis educativa no se produce en el vacío. El progreso no es inevitable, es algo por lo que debemos luchar, que tenemos que ganarnos enfrentándonos a oponentes que tienen muchos más recursos. Sin embargo, a pesar de las constantes agresiones y los retrocesos, nuestra solidaridad es mayor que nunca; nos movilizamos sin descanso por los temas de este Congreso: el crecimiento de nuestros sindicatos, el impulso de nuestra profesión y la defensa de la democracia.

Estoy muy orgullosa de la labor que la IE sigue desarrollando año tras año, al máximo nivel. En nuestra cuarta década como federación, hemos creado una combinación de experiencia y reputación que nos permite defender no solo la educación, sino también los valores de los derechos humanos, la sostenibilidad y la democracia en todo el planeta.

Me voy a permitir una reflexión más personal, sobre la suerte que he tenido a lo largo de mi vida laboral por haber podido trabajar como sindicalista y asumir un cargo electo junto a colegas que han demostrado tal dedicación y compromiso con las metas comunes. Es un camino muy largo para una profesora de matemáticas de un pueblo de Victoria, Australia, y soy una privilegia por haberlo recorrido en esta compañía.

La pandemia de COVID-19 ha tenido una enorme repercusión en el alumnado, el profesorado y los sistemas educativos. ¿Qué hemos aprendido de esta etapa?

Hemos aprendido que a veces la sociedad daba las escuelas por sentadas como corazón de nuestros barrios, como símbolos de resiliencia. Y nuestras comunidades han descubierto lo que somos capaces de resistir. Decenas de miles de colegas, amistades y familiares perdieron la vida y miles de escuelas cerraron, pero millones de docentes consiguieron mantener la educación viva para decenas de millones de estudiantes.

Hemos aprendido que la tecnología es, en muchas ocasiones, un recurso del sector privado para enriquecerse rápidamente, y ahora sabemos que no podemos permitir, y que no permitiremos, que siga sucediendo con herramientas como la IA.

También hemos aprendido que, como federación, hemos sido capaces de organizar y asistir a una media de 100 actos virtuales regionales e internacionales al año, de seguir trabajando y de llegar a participar en la gobernanza mundial, por ejemplo, a través de la asesoría a organizaciones como la OMS (Organización Mundial de la Salud) y el Foro Económico Mundial.

Y hemos aprendido que debemos actuar como un firme grupo de presión en defensa de la financiación mundial y la responsabilidad gubernamental con el sector público. El déficit mundial de 44 millones de docentes no se resolverá mientras las naciones en desarrollo destinen más fondos al pago de la deuda que a la educación, y todas las naciones deben erradicar la ingeniería fiscal corporativa que constituye, simple y llanamente, un robo a las arcas públicas.

El Grupo de Alto Nivel de las Naciones Unidas sobre la Profesión Docente ha formulado 59 recomendaciones. Como integrante del Grupo, ¿qué crees que suponen estas recomendaciones?

A decir verdad, creo que estamos viviendo un momento inédito. El profesorado no siempre ha gozado de reconocimiento universal como pieza clave para el logro de una educación de calidad para todos y todas. Pero ahora, gracias a nuestras campañas, a nuestro trabajo de incidencia y a la creación de coaliciones, existe la firme convicción compartida de que acabar con la falta de docentes es una prioridad mundial.

El Grupo ha analizado la crisis educativa y un camino sostenible para salir de ella y básicamente ha concluido que la gobernanza y la política internacionales y el profesorado mundial están juntos en esto: los Gobiernos deben invertir más en los sistemas educativos públicos, inclusive en el desarrollo profesional y en una formación docente de calidad; garantizar los derechos laborales y unas condiciones de trabajo decentes; implicar a los sindicatos educativos en el diseño de políticas; así como respetar al profesorado y confiar en su experiencia profesional.

Esas son las políticas que la IE y nuestras organizaciones afiliadas de 180 países, que representan a unas bases de más de 30 millones de personas, llevan reivindicando desde que la educación se convirtió en uno de los Objetivos de Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas hace una década.

Este será tu último Congreso Mundial como presidenta de la IE. ¿Qué esperas que nos depare el futuro?

Creo que seguiremos trabajando con más urgencia que nunca. El mismo espíritu de resolución de problemas y colaboración que caracterizó el Grupo de Alto Nivel debe servir para defender y reivindicar cada una de las soluciones propuestas.

Sabemos que no podemos atraer ni retener docentes profesionales ni acabar con el déficit de profesorado sin invertir en el personal educativo de todo el mundo, sin brindarle apoyo y respeto. La Organización de las Naciones Unidas ha afirmado que los Gobiernos tienen que ofrecer salarios competitivos, empleo seguro, buenas condiciones laborales y una carga de trabajo equilibrada. Les ha urgido a invertir en la educación pública y a rechazar las medidas de austeridad.

Espero que las organizaciones afiliadas utilicen las recomendaciones del Grupo de Alto Nivel como plan de acción en sus campañas locales y nacionales para forzar a los Gobiernos a abordar la escasez mundial de profesorado y otros retos a los que se enfrenta la profesión docente. También es un mandato claro para seguir construyendo la equidad de género en nuestra profesión y nuestros sindicatos. La IE y nuestros sindicatos han peleado mucho por conseguirla, pero el progreso nunca debe darse por garantizado.

Sabemos que las agencias de financiación internacionales bloquean la contratación de docentes, limitan los sueldos del profesorado y han contribuido a crear un déficit de 100 000 millones de dólares para cubrir las necesidades de la educación pública. Las Naciones Unidas han reclamado una financiación equitativa de la educación y una inversión sostenible en la profesión docente, protección frente a la austeridad y el fin de las prácticas del Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional que restringen el gasto educativo y los salarios docentes.