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Mundos de la Educación

University Of The South Pacific © ILO
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Despedida por alzar la voz contra una vicerrectoría dictatorial

publicado 24 febrero 2025 actualizado 24 febrero 2025
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Siempre me ha encantado trabajar como profesora de biología en la Universidad del Pacífico Sur (USP). Esta universidad está presente en doce países de la región meridional del Pacífico, que abarca una extensión de miles de kilómetros de océano y cientos de exuberantes islas tropicales, lo que la convierte en una institución de educación superior única en el mundo. Cuando estoy en clase, me siento muy orgullosa de poder usar ejemplos de la asombrosa biodiversidad de este territorio a un alumnado tan diverso como su tierra natal. He pasado más de doce años investigando y enseñando biología en la USP y, a pesar de los retos que supone, nunca me había planteado trabajar en otro sitio. Sin embargo, eso es lo que me han obligado a hacer, ya que en 2024 rescindieron mi contrato laboral sin previo aviso.

En 2017 me afilié al sindicato académico, la Asociación de Personal de la Universidad del Pacífico Sur (AUSPS), y poco después me incorporé a su Comité Ejecutivo, cuya presidenta deseaba contar con paridad de género y diversidad étnica en el comité. Durante los últimos años, al mando de la universidad hemos tenido varias personas que se movían únicamente por sus intereses, pero ningún caso ha sido tan claro como el de la directiva actual. En 2024, me eligieron presidenta tras haber ocupado la vicepresidencia desde 2022. La jubilación de nuestra presidenta saliente en 2023 hizo que tuviera que asumir el cargo en funciones hasta mi elección oficial en abril. El Comité Ejecutivo del sindicato llevaba mostrando su desacuerdo con la dirección de la universidad desde varios años antes de que yo llegara a la presidencia, y la tormenta siempre parecía a punto de estallar.

A principios de 2024, el deterioro de las relaciones entre el sindicato y la alta dirección desembocó en un preaviso formal de huelga tanto para el personal académico como para el de apoyo. La noticia de la posible huelga sacudió los cimientos del Consejo de Gobierno de la universidad. Justo antes de la votación para decidir si íbamos a la huelga, un periodista independiente que trabajaba para la revista Island Business se puso en contacto con varias personas del comité de la AUSPS, entre las que me contaba, para entender los motivos de nuestro desencuentro con la directiva de la universidad. Aquellas entrevistas dieron lugar a un artículo que se publicó en marzo de 2024. Entre las causas del conflicto que se citaron en el artículo estaba la polémica reincorporación al cargo del vicerrector de la universidad. Yo había participado en la comisión convocada el año anterior para evaluar sus antecedentes y decidir sobre su futuro en la universidad. El periodista, que había descubierto el informe de aquella comisión y había visto mi nombre en él, me pidió mi opinión sobre la recomendación de reincorporación a la que se había llegado. Le conté que yo era la única nativa de las islas del Pacífico de aquel grupo y que había votado en contra de la reincorporación, siguiendo el mandato del personal que me había elegido.

Estas declaraciones se publicaron en el número de marzo de 2024 de Islands Business. Las usaron como una prueba para apartarme, fue su reacción al hecho de que los sindicatos hubieran hablado de los problemas que tenía la USP debido a la mala gestión. Al mes siguiente, la dirección de la universidad comenzó las negociaciones con ambos sindicatos sobre las cuestiones que había motivado la huelga. Era la primera vez que un equipo sindical combinado se sentaba a la mesa de negociación, pero la inexperiencia no nos restó ni un ápice de fuerza.

Con las negociaciones en curso, la dirección de recursos humanos me convocó a una reunión en abril, en la que me entregó una denuncia por mala conducta grave. Me acusaron de divulgar información confidencial por haber hablado con el periodista, en especial por lo referido a la comisión de reincorporación. Tras haber presentado la respuesta de acuerdo con la política de la USP, dos días después de recibir la denuncia, me comunicaron que la decisión final la tomaría el vicerrector. Para entonces, las negociaciones habían finalizado con un acuerdo de pago de atrasos salariales para todo el personal de la universidad. Con aquel resultado, seguramente ya era persona non grata para el director de nuestra institución. Se había visto obligado a aceptar el pago de los atrasos después de haber dicho que no pagaría ni un céntimo más.

La política de faltas de conducta graves de la universidad no es más que una parodia ajena a la justicia. Cuando el vicerrector ha tomado una decisión, el personal no tiene ninguna vía para apelar. En este caso, la situación fue especialmente atroz ya que la persona que ejercía de árbitro era también una de las implicadas; sin embargo, a pesar del obvio conflicto de intereses, me rescindieron el contrato. La dirección del sindicato condenó con firmeza la actuación del vicerrector y pidió al Consejo de Gobierno de la USP que hiciera algo al respecto. Las bases del sindicato votaron a favor de una nueva huelga, una decisión histórica que supuso convocar por primera vez dos huelgas el mismo año.

Tras meses de presión y redacción de cartas, vemos un rayo de esperanza. El Consejo de Gobierno de la USP ha elegido un nuevo vicerrector profesional y se ha nombrado a una persona externa con un nivel jerárquico superior al de la vicerrectoría para que resuelva los conflictos de personal. Se huele ya la futura desaparición del liderazgo tiránico y unipersonal en la USP, un aroma muy real que flota en el ambiente impulsado por los vientos de cambio que soplan en estas costas. Cuando pienso en todo lo que ha pasado en este último año, mientras intento plasmar cronológicamente y con objetividad todos los detalles en esta página, no puedo sino sentirme feliz, a pesar de los duros meses sin sueldo. Empecé este texto confesando lo que me gusta trabajar en la USP, y nada ha cambiado a ese respecto.

Si dejamos de lado la gestión de la institución, la universidad siempre ha tenido y seguirá teniendo mucho que ofrecer a la región en materia de investigación y educación superior. Todavía sigo queriendo formar parte del personal investigador y docente que impulse el cambio en las políticas y las prácticas medioambientales y conservacionistas en el Pacífico Sur.

Las opiniones expresadas en este blog pertenecen al autor y no reflejan necesariamente ninguna política o posición oficial de la Internacional de la Educación.