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Mundos de la Educación

Las voces de la educación | Haldis Holst habla sobre el activismo paciente y constante por los derechos de las mujeres

publicado 7 marzo 2025 actualizado 7 marzo 2025
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Haldis Holst es la secretaria general adjunta de la Internacional de la Educación y coordina el área de equidad de la federación. Como docente, líder sindical y feminista, Haldis defiende los derechos de las mujeres en y a través de la educación y los sindicatos educativos, trabajando a todos los niveles, desde las comunidades más pequeñas de su Noruega natal a las Naciones Unidas.

En vísperas del 69.o período de sesiones de la Comisión de la Condición Jurídica y Social de la Mujer de las Naciones Unidas (UNCSW) y del 30.o aniversario de la Declaración y Plataforma de Acción de Beijing, charlamos con ella sobre las décadas de activismo que nos han traído hasta aquí y sobre los retos a los que nos enfrentamos.

Mundos de la Educación: ¿Cómo fue su primera experiencia en la UNCSW y por qué sigue volviendo? ¿Cómo ha cambiado en estos años?

La primera vez que asistí a la UNCSW fue en marzo de 2013, el año que empezó mi labor en la Internacional de la Educación. Creo que lo más reseñable de aquel estreno fue encontrarme en esa metrópolis enorme que es Nueva York y ver a tantas mujeres y niñas de todo el mundo andando por la calle, acudiendo a encuentros, hablando y debatiendo. Fue muy estimulante. Por eso sigo volviendo, porque la UNCSW es una comunidad gigantesca de mujeres y niñas, y también de hombres, con opiniones y experiencias vitales de lo más diversas. Esta comunidad de activistas se parece mucho a Nueva York, es un auténtico crisol, y tenemos un objetivo común: impulsar los derechos de las mujeres.

Por supuesto, hay obstáculos para participar, sobre todo por los visados estadounidenses y el costo de viajar a Nueva York. A algunas personas nos resulta fácil ser ciudadanos y ciudadanas globales, viajar y cruzar fronteras, pero hay que recordar que no es así para todo el mundo. Muchas personas tienen que planificar el viaje con meses de antelación y desplazarse a otro país para hacer una entrevista que les permita conseguir el visado, lo que no siempre sucede. Esto ha sido mencionado a ONU Mujeres y el personal ha apoyado el proceso, enviando cartas de invitación y ayudando en la medida de sus posibilidades. Por nuestra parte, hacemos todo lo posible para que nuestras bases puedan viajar a Nueva York y participar en la UNCSW pero nuestros recursos financieros son limitados.

Visitar las Naciones Unidas siempre es algo muy especial. Es una institución tan importante para toda la humanidad que estar allí me llena de optimismo. Es bonito ver cómo se abre la sede de las Naciones Unidas a todo tipo de personas, no solo a las jefaturas de Estado, sino también a activistas de todo el planeta que representan a las mujeres en toda su diversidad. Es como si el mundo se uniera del modo más constructivo, con una prioridad común y una misión compartida.

A lo largo de los años, se han debatido distintos temas y, últimamente, la conversación se ha centrado en la educación, lo que nos atañe de forma directa. Pero siempre encontramos aspectos pertinentes e interesantes para nosotras, las sindicalistas de la educación.

La UNCSW nos brinda además la posibilidad de pasar tiempo con compañeras de otros sindicatos. Siempre formamos una delegación sindical mundial en representación de todas las mujeres trabajadoras. Tenemos reuniones informativas, vamos juntas a los distintos actos, compartimos y debatimos. Es una increíble sensación de sororidad.

Mundos de la Educación: ¿Por qué es importante que las mujeres que ocupan puestos de liderazgo se encuentren y qué ha aprendido hablando con sus colegas fuera de las reuniones oficiales?

Las mujeres líderes, como cualquier líder, tienen que relacionarse. No puedes hacer nada sin ayuda. La UNCSW es una oportunidad para compartir el mismo espacio, y eso es lo más importante, porque con frecuencia los puestos de liderazgo son muy solitarios. Estar en un sitio nuevo con gente nueva te da una perspectiva diferente y la posibilidad de conseguir apoyos y de apoyar a otras personas.

Ya sea en un acto oficial o no oficial, una conservación delante de un café o una charla en la calle con alguien a quien has reconocido por su distintivo de la UNCSW, estas interacciones convierten la Comisión en algo realmente único, motivador e inspirador.

Además, se organizan tantas actividades que tienes que obligarte a salir de tu zona de confort y aprender algo nuevo o descubrir una perspectiva distinta. Tengo grabado en la memoria un acto sobre pueblos indígenas que organizó la Misión Permanente de Finlandia en Nueva York. Allí escuche a una joven hablar sobre los derechos de un pueblo sami, los pescadores del río. Soy noruega y los samis también son indígenas de mi país, pero no tenía ni idea de hubiera un grupo étnico llamado así. Conocía a los pastores de renos y a los samis de la costa, pero nunca había oído hablar de los pescadores del río. Me escandalizó mi propia falta de conocimientos, pero también me alegré de aprender algo nuevo. Sueles salir de esos encuentros con la sensación de tener una misión y algo por lo que luchar.

La UNCSW te saca de tu burbuja y te pone delante este mundo inmenso para inspirarte y motivarte. Pero también te permite crear otras burbujas. Eso es lo que hicimos el año que hubo una tormenta de nieve que cubrió Manhattan y obligó a cerrarlo todo. La sede de las Naciones Unidas no pudo abrir, era imposible limpiar las calles y nos quedamos atrapadas en el hotel. Así que nos reunimos, las veinte mujeres de la delegación, y celebramos un seminario espontáneo. Nos propusimos contar cada una nuestra historia, plantear preguntas, intercambiar conocimientos y experiencias. Las historias son algo realmente valioso. Así es cómo descubrimos lo que tenemos en común, los retos que compartimos en regiones y continentes muy distantes, y también nuestra determinación, nuestro compromiso y nuestra solidaridad. Derribar barreras y crear lazos fue una forma fantástica de esperar a que pasara la tormenta. Lo aprovechamos al máximo.

Mundos de la Educación: ¿Por qué cree que participar en la UNCSW es importante para el sindicalismo?

Para la Internacional de la Educación y nuestras organizaciones afiliadas es absolutamente esencial estar presentes en la UNCSW. La mayoría de los 33 millones de personas afiliadas a nuestros sindicatos son mujeres y tenemos el mandado de defender e impulsar sus derechos a escala global. Los derechos humanos y los derechos de las mujeres son la esencia de nuestros valores y nuestra misión.

Además, muchos de los temas que se tratan en la UNCSW afectan al mundo del trabajo y son muy importantes para el personal de la educación. Como sindicatos, debemos estar allí para dar voz a las mujeres que impulsan la educación en todo el planeta.

Mundos de la Educación: ¿Cuáles son las principales reivindicaciones que presentarán los sindicatos en el 69.o período de sesiones de la Comisión de la Condición Jurídica y Social de la Mujer?

Las conclusiones de este año serán distintas porque lo que vamos a hacer es volver la vista atrás y repasar los 30 últimos años. En lugar de una declaración específica, que es lo habitual, tendremos una declaración amplia que intentará captar la imagen global.

Trabajaremos en el marco de nuestras alianzas para abogar por la inclusión de los puntos esenciales, como el derecho a la educación pública, a un espacio de trabajo libre de violencia y acoso y un diálogo social equitativo. Será una negociación difícil, porque hay temas que se consideran controvertidos, en especial todo lo que tiene que ver con los derechos reproductivos y la identidad de género.

En la Internacional de la Educación, somos conscientes de que la igualdad de género requiere una educación inclusiva y de calidad para todas y todos. Abogamos por que los gobiernos garanticen a todas las mujeres y las niñas el acceso igualitario a una educación gratuita, inclusiva y de calidad y a la formación permanente, con independencia de su identidad de género, orientación sexual, raza, etnia, discapacidad o situación migratoria.

Estamos reclamando salarios competitivos, condiciones laborales justas y desarrollo profesional continuo para el profesorado. No nos olvidemos de que la enseñanza es una profesión eminentemente femenina en muchas partes del mundo y que el personal docente es el factor único más importante para lograr una educación de calidad. Hay que paliar el déficit mundial de profesorado poniendo en marcha las Recomendaciones de las Naciones Unidas para conseguir una profesión docente fuerte y resiliente.

También estamos instando a los gobiernos a trabajar con el personal educativo y con nuestros sindicatos para poner fin a la violencia de género en el entorno escolar y a que ratifiquen y apliquen en su totalidad el Convenio 190 de la Organización Internacional del Trabajo en pro de un mundo laboral libre de violencia y acoso.

La Declaración Beijing +30 debe incidir, además, en el vínculo entre la igualdad de género y la sostenibilidad de la paz. Hemos de proteger a las mujeres en las zonas en conflicto, garantizar la seguridad de las escuelas y dar apoyo al profesorado. Se precisa una financiación adecuada para asegurar la participación de las mujeres en las negociaciones de paz y en los servicios prestados en primera línea. Tras la guerra, las oportunidades económicas y el trabajo decente son fundamentales para mantener la estabilidad después del conflicto.

Mundos de la Educación: ¿Qué función tienen la comunidad y las redes en el movimiento feminista y, en concreto, en el impulso de los derechos de las mujeres en los sindicatos educativos?

Si quieres avanzar, tienes que buscar una organización que parta desde la base. No puedes cambiar el mundo desde arriba, ni tampoco puedes hacerlo sin ayuda. Aquí es donde entran en juego la creación de alianzas y comunidades, que hay que tejer tanto en casa, en nuestros sindicatos, como en el resto del mundo, en espacios como la UNCSW.

En la Internacional de la Educación, las redes de mujeres son una estrategia y una herramienta para promover los derechos de las mujeres en nuestros sindicatos. Contamos con redes muy sólidas a escala regional y subregional en África, Asia y el Pacífico y América Latina. Estas redes son una fuente increíble de empuje y fuerza cuando están conectadas con las estructuras de toma de decisiones. Pero hemos de tener cuidado para que las redes, los comités o las actividades para mujeres no se conviertan en un mero formalismo, en un trámite que hay que cumplir.

A escala mundial, como federación de sindicatos, es vital que forjemos alianzas y comunidades. En la UNCSW, siempre unimos fuerzas con otros sindicatos y presentamos un frente común como una única delegación sindical que habla en defensa de todas las trabajadoras. Juntas somos más representativas y tenemos más autoridad para hablar de distintos sectores y problemas. Ninguna puede hacerlo sola, pero, si nos unimos, somos mucho más fuertes.

Mundos de la Educación: ¿Qué avances cree que se han producido desde que empezó a trabajar en el aula y se incorporó al sindicato? ¿Qué problemas persisten todavía?

Empecé a enseñar en 1983 y eso me da cierta perspectiva. Es muy fácil centrarse exclusivamente en el presente, ver solo los problemas y todo lo que queda por hacer y por conseguir. Pero creo que es muy útil adoptar una visión a largo plazo y reflexionar sobre lo lejos que hemos llegado. Si miro atrás, a los avances que se han conquistado desde que nací, o incluso antes, tengo que decir que hemos logrado mucho.

No hace tanto que las mujeres estábamos luchando por el derecho al voto. En mi país, las profesoras y sus sindicatos lideraron este movimiento, y costó mucho tiempo, hizo falta mucho trabajo y mucha determinación para hacerlo realidad. La presidenta del sindicato de profesoras fue la primera mujer parlamentaria. Noruega fue uno de los primeros países en los que las mujeres ganaron el derecho al voto y nuestra profesión contribuyó a esa victoria, lo que es un motivo de profundo orgullo.

Mi experiencia personal va en la misma línea. Empecé mi carrera como profesora de educación física en un pequeño pueblo pesquero del norte de Noruega. Recuerdo que en aquella época era poco común dejar que las niñas jugaran al fútbol, practicar lucha competitiva o salto en esquí. Conforme se les fue permitiendo participar y competir, fue todo un hito. El cambio toma tiempo, se requiere paciencia y persistencia para cambiar mentalidades y tradiciones. Ahora hemos llegado a un punto en el que no hay ningún deporte fuera del alcance de las mujeres y eso es un avance.

Sucede lo mismo en el mundo laboral. El número de mujeres trabajadoras ha aumentado exponencialmente en las últimas décadas, y eso se ha traducido en independencia financiera y más libertad para cientos de millones de mujeres.

Y también vemos avances en nuestros sindicatos. Hay más mujeres que nunca accediendo a puestos de liderazgo y representando a nuestra profesión. Hay muchas más mujeres en los equipos directivos escolares que en 1983.

No debemos olvidar que el progreso requiere tiempo y hemos de valorar todas nuestras victorias, grandes o pequeñas. Obviamente, el progreso no se produce al mismo ritmo en todos los países y no es lineal, no va siempre en aumento. Siempre hay avances y retrocesos. Pero no debemos perder la esperanza y tenemos que seguir creyendo y presionando en la dirección adecuada. No perdamos nunca de vista lo lejos que hemos llegado.

Hace poco vi una serie sobre la presidenta islandesa Vigdís Finnbogadóttir. En 1980, fue la primera mujer del mundo en ser elegida democráticamente como presidenta de un país. De eso hace solo 45 años. Era madre soltera y profesora y, por supuesto, vivió muchos retrocesos. Aunque ganó las primeras elecciones por un estrecho margen, volvieron a elegirla varias veces y sumó un total de 16 años consecutivos en el cargo. Desde entonces, cada vez son más las mujeres elegidas, el progreso es innegable.

Los referentes son esenciales porque nos muestran lo que es posible. Cuando llegamos a un puesto de poder, no se trata solo de nosotras, sino también de las que abrieron el camino por nosotras y de quienes siguen nuestros pasos, ellas también tienen la confianza y la habilidad de lograrlo.

Mundos de la Educación: Recientemente, la reacción contra el feminismo y otros movimientos de justicia social ha cobrado fuerza política. ¿Qué puede hacer el activismo para asegurarse de que no se revierten los avances y para seguir progresando a pesar de los retos?

No es el primer movimiento retrógrado contra la igualdad de género y no será el último. Es un ciclo, conseguimos algo y se produce un retroceso. Es fácil entender el motivo: estamos luchando por conquistar un espacio y acceder al poder, pero ese espacio ya está ocupado. Nadie quiere que le hagan a un lado, así que contraataca. Es una reacción automática.

Los hombres y los niños pueden sentirse amenazados y tener dificultades para entender su papel conforme las cosas cambian. Debemos hablarles y conversar con ellos, abordar sus preocupaciones para poder cambiar juntos los roles tradicionales de género, que son tóxicos para todo el mundo, tanto para las mujeres como para los hombres. Y tenemos que hacerlo sin ceder terreno en materia de derechos igualitarios. No podemos conformarnos con un poder simbólico, con meros formalismos para cubrir el cupo o con que se nos diga lo que debemos ser o hacer. Es cierto que las redes sociales y las burbujas dificultan la comunicación, eso significa que debemos adaptar nuestras estrategias constantemente. No hay otro camino que seguir trabajando.

Como activistas, queremos cambio lo más rápido posible. La fuerza de nuestros valores nos convierte en personas determinadas y comprometidas, pero también puede hacernos impacientes. Debemos ser pacientes y recordar que, a lo largo de la historia, nunca se ha avanzado en línea recta. La lucha por los derechos de las mujeres es un maratón, no un sprint.

Tenemos que mantener el ánimo, mantener viva la esperanza, y me parece que crear comunidades con otras mujeres y tejer alianzas es de gran ayuda. No te quedes sola, mira a tu alrededor para ver si puedes echarle una mano a alguien. No olvidemos nunca que la paciencia no es sinónimo de rendición, sino de resistencia. Perseveraremos juntas.

Las opiniones expresadas en este blog pertenecen al autor y no reflejan necesariamente ninguna política o posición oficial de la Internacional de la Educación.