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Internacional de la educación
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Educación de los romaníes: la integración, a paso lento

publicado 19 enero 2009 actualizado 19 enero 2009

[Los docentes] Podemos abrir el camino. Espero que seamos lo suficientemente listos como para saber que alguien tiene que dar el primer paso en el vacío. Y puede que el segundo. Y tal vez tras 10 pasos pueda esperar algo de los niños gitanos y de sus familias. No me gustaría pensar que los docentes somos tontos. Pues bien, quedarse de brazos cruzados es cosa de tontos.

– Maestro de primaria en Timisoara (Rumanía)

La lucha contra la discriminación y la exclusión de la población gitana o romaní ha ocupado un lugar destacado en la agenda reciente de no pocos países europeos. A pesar de los muchos programas de integración de los romaníes, la Unión Europea carece de influencia en toda una serie de políticas nacionales de especial trascendencia, tales como las de mercado de trabajo, instituciones sociales, salud y educación, en las que la discriminación y la exclusión estructural siguen manteniendo a la población gitana en una situación de pobreza. En la Cumbre Europea sobre los Gitanos, celebrada en Bruselas en septiembre, se escucharon duras críticas a las políticas de algunos Estados miembros.

El Tribunal Europeo de Derechos Humanos, en una sentencia emitida el año pasado, declaró que la segregación de los estudiantes romaníes en centros de enseñanza especial para niños con dificultades de aprendizaje era una forma de discriminación ilegal. Así y todo, los gobiernos y sistemas escolares están tardando en desarticular las prácticas de segregación de los niños romaníes. Las estructuras escolares tradicionales de Europa Central y Oriental han conservado los modelos de discriminación, como refleja la escasa asistencia escolar de los niños romaníes.

Ahora bien, la segregación no sólo se produce en el ámbito escolar. La mayoría de los niños gitanos están escolarizados en centros especiales o reservados para ellos. Sin embargo, también existe segregación en las escuelas ordinarias: entre las aulas y en la propia clase. No es extraño que los niños gitanos estén marginados, en el fondo de la clase, del entorno de aprendizaje, ni que los docentes se sientan perdidos ante la tarea de definir la forma de enseñar a alumnos romaníes. La ausencia de formación en perspectiva intercultural reduce las posibilidades de que los docentes conozcan las necesidades de estos niños. No sólo eso, sino que la falta de representación de la realidad gitana en los libros de texto escolares y los debates en clase impide que los niños romaníes encuentren un reflejo personal en la experiencia escolar.

La discriminación en la educación y otras esferas no encuentra solución en los programas de remedios rápidos. Podría decirse que algo es algo. Sin embargo, la sucesión de proyectos a corto plazo y cursos intensivos es poco probable que despierte el entusiasmo de docentes y estudiantes. El cambio sólo puede cristalizar desde la transformación estructural profunda de los sistemas educativos para dar cabida a la diversidad. Todos debemos participar en el proceso: los sindicatos de enseñanza, los responsables de programas de formación docente, los diseñadores de currículos, las administraciones locales, los Ministerios de Educación, sin olvidar, por supuesto, a las propias comunidades romaníes.

Obviamente, a los docentes les corresponde un papel fundamental como ejecutores de prácticas de educación inclusiva y promotores de reciprocidad, tolerancia y respeto entre los niños en el aula y en la comunidad. Es importante que se atienda la voz del profesorado y que se le dé el apoyo y la formación intercultural que necesita para hacer frente al desafío de la diversidad en el aula.

La contratación de mediadores escolares romaníes puede animar a los padres gitanos a escolarizar a sus hijos y mantener a los docentes informados acerca de la situación en sus casas.

Sin embargo, los docentes no pueden acabar, por sí solos, con la discriminación y las diferencias de trato. Los gitanos siguen siendo víctimas de toda clase de privaciones y vulneraciones a sus derechos laborales, de vivienda, acceso a los servicios sociales e influencia política. La única solución pasa por la aplicación de políticas comunes que abarquen niveles íntimamente relacionados, esto es, las esferas social, política, económica y cultural.

Por Mireille de Koning. Mireille es asistente profesional de la Unidad de investigación de la IE.

Este articulo fue publicado en Mundos de la Educación, No. 28, diciembre 2008.