Los sindicatos de la educación frente a la Inteligencia Artificial: si nos dormimos, perdemos.
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Se especula mucho sobre el futuro de la enseñanza y el aprendizaje en la educación obligatoria, sobre todo con los recientes avances tecnológicos. El lanzamiento mundial de ChatGPT y otras plataformas de inteligencia artificial han generado un sinfín de nuevas (y aún más difíciles) preguntas. ¿Qué papel van a desempeñar estos sistemas de IA en las aulas? ¿Qué necesita aprender el alumnado para desenvolverse con éxito en un mundo saturado de IA? ¿Cómo va a cambiar la enseñanza? ¿Cómo alcanzar un equilibrio entre docentes y máquinas? Y, obviamente, ¿va a sustituir la IA al personal docente o a otras personas trabajadoras de la educación?
Aunque los sindicatos de docentes no tengan las respuestas, no pueden quedarse de brazos cruzados y dejar que otros las determinen por ellos. Los sindicatos de la educación de todo el mundo deben aunar fuerzas y determinar de manera proactiva el modo en que se utilizan las tecnologías emergentes en nuestras escuelas y nuestras aulas. Si nos dormimos, perdemos.
Antes de profundizar un poco más, empezaré por donde todo sistema escolar debe empezar: la seguridad personal, la seguridad en línea y la garantía de equidad. Aunque algunos países y jurisdicciones disponen de sólidas políticas para proteger la privacidad y los datos, estos constituyen la excepción, no la regla. Además, al ritmo al que se están desarrollando las nuevas tecnologías, es probable que las normativas anteriores e incluso algunas de las propuestas de regulación actuales se queden cortas. La forma en que las nuevas tecnologías aparecen en línea, con la rapidez de una liebre, siempre superará a la tortuga que denominamos acción gubernamental.
Aquí es donde deben intervenir los sindicatos. Sí, debemos presionar continuamente para que se refuerce la normativa, pero esperar a que otros defiendan y protejan nuestras profesiones es una estrategia con todas las de perder. Y nuestra profesión no puede permitirse perder.
Liderar los cambios inducidos por la IA en el proceso de enseñanza y aprendizaje
Sin lugar a dudas, el papel del profesorado va a cambiar en el futuro. La mayoría coincide en que la IA no sustituirá al profesorado, pero el poder de la IA generativa exigirá que los y las docentes pasen a ser menos “transmisores de contenidos” y más entrenadores de aprendizaje –un aprendizaje más profundo–. Este nuevo papel no es necesariamente malo, pero todo depende de nosotros y nosotras. Más aún de lo que está ocurriendo a día de hoy, se requerirá que los y las docentes desarrollen más competencias de pensamiento de orden superior en sus estudiantes. Competencias como el aprendizaje colaborativo, el pensamiento crítico, la resolución de problemas, los enfoques multidisciplinares y la aplicación en el mundo real. Por supuesto, todo ello forma actualmente parte de las lecciones en el aula, pero, recurriendo a un dicho estadounidense, esta parte de la enseñanza y el aprendizaje tiene que “pasar a los esteroides”. Todo lo que los y las docentes hacían en el pasado se tiene que ampliar y mejorar considerablemente. Esa es la realidad de la preparación de los y las estudiantes para un mundo basado en la inteligencia artificial.
Este enfoque en el aprendizaje profundo y el pensamiento avanzado formará parte de todos los planes de estudios. Las clases que hacen hincapié en la comprensión, la motivación y la resolución de problemas pasaran a ser una parte fundamental de la educación para el futuro. La enseñanza dirigida por IA tal vez permita al alumnado aprender a su propio ritmo mediante algoritmos adaptativos que van ajustando continuamente el contenido y la dificultad en función de la interacción del alumno o la alumna. No obstante, la IA no puede enseñar las capacidades de pensamiento que constituirán una parte integral del éxito futuro. Ese el papel que el profesorado debe desempeñar.
A los y las docentes les gusta decir que no enseñan a los niños y las niñas qué pensar, sino cómo pensar. Con la introducción de la IA en todos los ámbitos de la sociedad, este sistema de creencias será puesto a prueba. El futuro necesita pensadores fuertes e independientes que puedan distinguir la buena información de la mala y aplicar ese conocimiento de forma exhaustiva, no para resolver un problema o dos en un examen estandarizado, sino para resolver los complejos problemas actuales del mundo real y lo que el mundo les depare en el futuro.
Las implicaciones de la IA en la enseñanza y el aprendizaje empiezan por garantizar que el profesorado actual cuente con el apoyo y las oportunidades de aprendizaje que, francamente, no existen hoy en día, al menos no a gran escala. Los programas de preparación del profesorado también tendrán que cambiar profundamente. Habrá que replantear la interacción entre la administración, las escuelas y el profesorado. Y, lo que es más importante, la forma de evaluar el aprendizaje cambiará radicalmente. La obsesión con los exámenes estandarizados y otras evaluaciones a gran escala llegará lentamente a su fin. Con la IA en el aula, la evaluación estará integrada y será una parte fundamental del proceso de aprendizaje personalizado. El éxito se medirá en función de cada alumno y no de los promedios generales.
Los tiempos del modelo de un profesor por aula también están llegando lentamente a su fin. Habrá una mezcla de enseñanza presencial tradicional, enseñanza en equipo y aprendizaje en línea, lecciones basadas en proyectos y un énfasis en la colaboración y el aprendizaje en equipo de los y las estudiantes. Para ello será necesario no solo un cambio en la enseñanza, sino un importante replanteamiento del espacio físico de las escuelas. Este nuevo modelo exigirá una reconfiguración de los edificios escolares, pasando de las aulas monofuncionales actuales a un entorno más interactivo que permita el trabajo en pequeños y grandes grupos. Estas nuevas escuelas permitirán a los equipos de docentes aprovechar los puntos fuertes de cada uno en un formato de aprendizaje que optimizará la enseñanza.
Proteger los sistemas más vulnerables
Esto no significa que las escuelas vayan a cambiar de la misma manera en todos los países. Las escuelas de los países democráticos podrán aprovechar el poder de la regulación y la conveniencia política para ayudar a garantizar que los cambios basados en la IA protejan, en la medida de lo posible, la privacidad y la seguridad de estudiantes y personas adultas. Pero en otras partes del mundo no será así.
Al igual que ocurre con la privatización impulsada por empresas, las escuelas de los sistemas que no se gestionan democráticamente y carecen de recursos serán consideradas como frentes de beneficio para los gigantes tecnológicos. El poder de las corporaciones multinacionales arrollará los derechos del alumnado y de la ciudadanía por igual. Los gobiernos se verán obligados a aceptar los mandatos corporativos o correrán el riesgo de quedarse atrás. Y lo que es peor, los fondos monetarios internacionales podrían desempeñar un papel importante en este proceso. No es la primera vez que vemos este tipo de chantaje educativo y, con la revolución de la IA en la educación, es probable que volvamos a verlo.
¿Qué significa todo esto? Significa que muchas cosas van a cambiar en las escuelas y en torno a ellas. La inteligencia artificial ha creado retos y oportunidades que van a requerir muchas decisiones respecto al futuro de la profesión docente en los próximos años. Los sindicatos de docentes deben liderar la respuesta a los retos y aprovechar las oportunidades. Al igual que la pandemia fue un acontecimiento único en la vida, la revolución de la IA en la educación es un momento único en el tiempo: el resultado influirá en la educación durante décadas.
La revolución de la inteligencia artificial está a las puertas de las escuelas. Como sindicatos de docentes, debemos ser proactivos y responder. De lo contrario, asistiremos a una mayor desprofesionalización y comercialización de nuestro trabajo. Todos y todas vemos un futuro mejor en el que la IA puede ayudar a nuestros/as educadores y educadoras, pero debemos evitar que devalúe la experiencia educativa y a quienes trabajan y aprenden en las escuelas. Los sindicatos de docentes deben estar en primera línea de esta revolución. Si no, otros determinarán en nuestro lugar la naturaleza de las escuelas, la profesión docente y el futuro de la educación. Es real: si nos dormimos, perdemos.
Las opiniones expresadas en este blog pertenecen al autor y no reflejan necesariamente ninguna política o posición oficial de la Internacional de la Educación.